Justicia y Yak-42
Quiero pensar que -como las leyes- los jueces son justos. Y que hacen todo lo posible por investigar un presunto delito a fondo. Que cuando dictan sus sentencias no se mueven por juicios predeterminados y que no sitúan a alguien por encima del bien y del mal.
Y que no les va a temblar la mano a la hora de pedir que declaren todas las personas que considere necesarias y, así, tener todos los elementos de (la misma palabra lo dice) juicio. (En el caso del Yak-42, desde hace meses no se ha practicado diligencia alguna, se han rechazado las declaraciones de mandos políticos y militares y ni siquiera se ha escuchado a las familias de las víctimas).
Quiero pensar que los jueces consideran que las leyes son iguales para todos, y que se respeta de la misma forma la memoria de los seis militares fallecidos en un atentado en Líbano -cuyos restos la Audiencia Nacional prohibió incinerar hasta que no se demostrara su identidad- y la de los 62 militares que fallecieron en el accidente del Yak-42 -cuya identidad ahora la propia Audiencia cree "inane, inocua e intrascendente"-. Quiero pensar que en este país la justicia garantiza nuestro Estado de derecho, asegura la convivencia y, por supuesto, protege a todos los ciudadanos. Y quiero seguir confiando, creyendo en la justicia, señor Grande-Marlaska. Aunque reconozco que a veces me faltan razones para hacerlo.