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Crónica:Liga de Campeones: acaba la primera fase
Crónica
Texto informativo con interpretación

Adiós a Europa por la puerta trasera

El Valencia, último, no alcanza la Copa de la UEFA pese a empatar ante el Chelsea

Adiós a la vieja Europa por la puerta de atrás. Así se marchó ayer el Valencia de un lugar donde se ha abierto un respetable nombre en los últimos ocho años. Desde que Héctor Cúper lo impulsó a la final de París contra pronóstico. Ha habido de todo, pero el equipo siempre infundió un respeto ganado a pulso en cada acción de cada partido. Esta vez, no.

El Valencia cerró su participación más triste en la Liga de Campeones. La más insípida. A pesar de que venció en el estreno en Gelserkirchen, ante el Schalke, después cayó en un pozo sin fondo en el que, por supuesto, intervino la alocada decisión de su presidente, Juan Soler, de cambiar de entrenador, Quique Flores por Ronald Koeman, a mitad del camino.

CHELSEA 0 - VALENCIA 0

Chelsea: Cech; Ferreira (Belletti, m. 71), Terry, Best Haim, Bridge; Kalou, Essien, Lampard (Joe Cole, m. 61), Wright-Philips; Shevchenko (Makelele, m. 46) y Pizarro. No utilizados: Cudicini; Sidwell, Obi Mikel y Alex.

Valencia: Cañizares; Miguel (Manuel Fernandes, m. 64), Albiol, Helguera, Moretti; Sunny, Marchena, Silva; Vicente (Mata, m. 74), Morientes y Villa (Arizmendi, m. 50). No utilizados: Mora; Zigic, Lombán y Montoro.

Árbitro: Gilewski. Amonestó a Cañizares.

Unos 40.000 espectadores en el estadio de Stamford Bridge.

El equipo ha entrado en una confusión de la que va a costarle salir
Koeman tiene razón cuando afirma que al conjunto le faltan centrocampistas

El equipo ha ido despersonalizándose y entrando en una confusión de la que le va a costar salir. No ha marcado un solo gol en los últimos cinco partidos y, atención, sólo ha ganado uno de los siete encuentros que ha dirigido Koeman. La sequía ofensiva es alarmante y, ¡qué sarcasmo!, a Koeman lo trajeron para jugar más al ataque. Tampoco lo logró ayer, barrido por un Chelsea a medio gas que se topó con un Cañizares inmenso. Ágil, sobrio y concentradísimo, sólo él evitó una derrota segura, aunque el empate no sirviera para nada. Ni siquiera para arañar la Copa de la UEFA, ya que el Schalke derribó al Rosenborg. El Valencia salió de Stamford Bridge como el último del grupo y apaleado.

El Chelsea actuó con algunos de sus reservas. Pero, claro, el club que paga los salarios más altos del mundo (161 millones de euros anuales, 81 más que el Manchester United) tiene derecho a exigirles que rindan como titulares. El inicio arrollador de los blues lo detuvo Cañizares en un balón sacado a su izquierda y muy abajo, donde más duele, que fue un aviso de lo que sería el resto del partido. Víctima fácil de la enésima probeta de Koeman, el Valencia trataba de escapar del desconcierto que suponía ver a Vicente por la derecha y a Villa por la izquierda en ese 4-3-3 impostado que el técnico holandés pretende convertir en realidad.

En el escueto banquillo de Stamford Bridge, Koeman negaba con el gesto balanceante de la cabeza. No le gustaba cómo atacaba su equipo. Ni a él ni a nadie. Lo hacía de una manera desordenada, individualista e inarmónica. Y, cuando se levantó para rectificarle a Villa una elección equivocada, se encontró con la peor respuesta del delantero asturiano: le dio la espalda mientras le hablaba. Descontento con el modo de jugar de su equipo, Villa lo deja entrever en cada mirada.

En efecto, Koeman tiene razón cuando afirma que le faltan centrocampistas. Lesionado Baraja y tocado Edu, no había nadie ayer capacitado para tres pases en profundidad. De ésos que los delanteros necesitan para que sus desmarques sirvan para algo. En caso contrario, se desesperan, claro. Corren al espacio para nada. De ahí que cada ataque valencianista sea un tiro al aire, puro fogueo para una defensa tan experimentada como la del Chelsea. Con un capitán de una jerarquía impresionante, John Terry. Dirige la zaga con aires de mariscal y, sin ser un prodigio de técnica, se incorpora al ataque con determinación. Sus compañeros lo buscan por ese magnetismo que le acompaña. Y, entretanto, Essien baja a cubrirle las espaldas. Es el jefe. Nada parecido ocurre nunca en el Valencia, donde los centrales no osan abandonar su posición ni por asomo.

Al conocer en el descanso la ventaja del Schalke, Koeman pensó ya en el choque del sábado ante el Barcelona y retiró a Villa cuando éste se quejó de alguna molestia muscular. La bajada de tensión era inevitable. El Chelsea también pensó en su visita al Arsenal. Pero Joe Cole, no. Ha sido la pesadilla valencianista en las dos últimas ediciones de la Champions y ayer tampoco quería dejar de serlo. Así que incrementó el asedio sobre Cañizares hasta el final. Aprovechó la última prueba de Koeman: el tierno Sunny de lateral derecho. Y hubo de ser otra vez Cañizares, el último vestigio ayer de aquel Valencia tan honorable, quien respondiera por tierra, mar y aire.

Cañizares detiene un tiro de Shevchenko con Miguel en el césped.
Cañizares detiene un tiro de Shevchenko con Miguel en el césped.REUTERS
Mira todos los goles de la jornada de ayer.Vídeo: CNN+

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