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Un torbellino en el mundo de las palabras

José Andrés Rojo

La llegada de Internet podría haber desencadenado el pánico o la indiferencia en un lugar como la Real Academia Española, tan poco amiga de que las borrascas que proceden del mundo tecnológico desencadenen el caos en una lengua que, por desgracia, lleva tiempo fuera de juego en los ámbitos especializados de la ciencia. No ocurrió tal cosa.

Vino la explosión de las nuevas tecnologías pero se encontró con una Academia abierta a los cambios y embarcada en el desafío de unir sus fuerzas con las fuerzas de las academias americanas. El correo electrónico, las webs, los lugares de consulta, la posibilidad de actualizar inmediatamente modificaciones que se producen al otro lado del mundo. Ni pánico, ni indiferencia: júbilo.

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Ése, por lo menos, parece el ánimo con que se cultivan las líneas de actuación que la informática le ha brindado a la Academia. Víctor García de la Concha habló ayer de tres nuevos caminos. Primero, "la comunicación en tiempo real", e hizo alusión a las más de 750.000 consultas diarias que recibe la página electrónica del Diccionario y a las miles que recibe el banco de datos.

Dos: la exploración de nuevos espacios de investigación lingüística, que ya se han puesto en marcha para la elaboración del Nuevo Diccionario Histórico de la Lengua. La tercera vía abierta es propia del ciberespacio: se puede seguir paso a paso la evolución de la lengua, con herramientas como el Observatorio del neologismo o el Corpus léxico del siglo XXI.

Del bloc al 'blog'

Aunque no fuera exactamente así, la intervención de Juan Luis Cebrián parecía la puesta en escena de un debate habitual en la casa de las palabras. Se ocupó de un término, el de blog, y fue entrando en las más diversas consideraciones para que, primero, se entendiera y, segundo, se comprendiera lo que hay detrás de esas simples cuatro letras. Y lo que hay, entre otras cosas, es un cambio drástico en la comunicación. Para explicarlo había hablado antes de esos blocs que se escribían hace años, y que tenían el componente secreto e íntimo de un diario.

Cuando habló de los blogs de ahora, de los que proliferan en Internet, señaló que de intimidad nada, que lo que propician es el diálogo y la intervención y que, de alguna manera, inauguran un nuevo género, el de la información conversacional.

No, la Academia no está sorda al ruido del mundo. Sus académicos llevan los cambios que se están produciendo allí. Para que se discutan y se obre en consecuencia. Cebrián, de hecho, propuso que blog, bloguero, bloguear, blogosfera y sus derivados entren ya en la nueva edición del Diccionario.

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Sobre la firma

José Andrés Rojo
Redactor jefe de Opinión. En 1992 empezó en Babelia, estuvo después al frente de Libros, luego pasó a Cultura. Ha publicado ‘Hotel Madrid’ (FCE, 1988), ‘Vicente Rojo. Retrato de un general republicano’ (Tusquets, 2006; Premio Comillas) y la novela ‘Camino a Trinidad’ (Pre-Textos, 2017). Llevó el blog ‘El rincón del distraído’ entre 2007 y 2014.

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