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Reportaje:

¿Por qué regalan la música?

La decisión de Radiohead de colgar su nuevo álbum en Internet reabre el debate sobre si es sostenible el actual modelo de negocio discográfico

"¿Usted ha intentado vender un millón de discos por Internet?". En junio de 2006, mientras promocionaba The eraser, su disco en solitario, Thom Yorke zanjaba así la pregunta de cómo se iba a distribuir el nuevo álbum de su grupo, Radiohead. En aquel momento, el contrato de la banda de Oxford con EMI, su discográfica, había terminado. Y Yorke iba a editar su debut con XL, una independiente.

Entonces apostaba por hacer algo parecido con Radiohead: un acuerdo en el que el grupo se reservase la parte artística y dejase la fabricación y distribución a un sello pequeño. Pero el lunes pasado Radiohead anunciaba que su séptimo álbum estaba ya terminado, que se pondría a la venta en 10 días y que se haría, de forma exclusiva, desde su web.

Los músicos intentan adaptarse a la nueva situación, de momento, cada uno por su cuenta

¿Por qué este cambio? En aquella conversación Yorke sugirió que su contrato con XL era una prueba. Desde hace años, los discos de promoción que se entregan antes de su publicación vienen marcados electrónicamente. Cada copia está personalizada y así, si el álbum aparece en Internet, se sabe la procedencia y se puede encontrar al culpable. Es una medida disuasoria. Pero aquel álbum, como casi todos, se podía encontrar gratis en la Red. Él se limitó a soltar un lacónico "me lo temía".

La disuasión no funciona. Casi todos los discos aparecen en Internet semanas antes de que estén disponibles en las tiendas. Lo que en argot se llama leakear (del inglés to leak, gotear). Generalmente pasan tres meses desde que se termina la grabación y el álbum llega a las tiendas. El leakeado del disco se produce en ese intervalo. Cuando el disco se pone a la venta, ya casi todos los aficionados lo tienen.

Esto da lugar a situaciones surreales. En uno de los foros de Internet en los que los melómanos intercambian opiniones y enlaces que llevan a páginas donde hay discos leakeados, un forero decía que un álbum "había envejecido muy mal". Minutos después otro contestaba: "¿Que ha envejecido mal? ¡Pero si no se pone a la venta hasta la semana que viene!".

¿Quién los filtra? Cualquiera de las decenas de personas que tienen acceso a una copia en ese periodo. Técnicos, empleados de las discográficas, periodistas, a veces los propios artistas. El grupo neoyorquino The Strokes confesaba que había repartido copias entre sus allegados semanas antes de su salida. Dos meses antes de su publicación, el último compacto de los también estadounidenses Flaming Lips estaba disponible en Internet. "Sabíamos que iba a pasar tarde o temprano", decía Wayne Coyne, su cantante, en una entrevista a EL PAÍS. "Creo que ha sido un chaval chino que trabaja para AOL. Puedes saber quién ha sido, pero hay gente a la que no le importa. ¿Qué vas a hacer? La verdad: ni siquiera creo que sea malo. Yo mismo bajo discos de Internet".

Ésa es la gran discusión: ¿es esto un problema o una nueva realidad? Cuando en enero de 2006 el debut de Arctic Monkeys se convirtió en el disco más vendido en menos tiempo en el Reino Unido, el álbum llevaba semanas en Internet. "Es el método moderno de compartir con los amigos las canciones que te gustan. No nos preocupa, ni nos asusta. La gente comprará sus discos. Seguro. Se ha creado un vínculo emocional: los jóvenes quieren apoyar a la banda, formar parte de algo tan especial", decía Laurence Bell, fundador de Domino, el sello de la banda.

Los músicos intentan adaptarse a esta nueva circunstancia. De momento, cada cual por su cuenta. Algunos confían en Internet. En 2006, Crazy, de Gnarls Barkley, se convirtió en el primer sencillo que llegaba al número uno del Reino Unido gracias a descargas pagadas en Internet. Y las listas de venta se habían modificado para que las descargas contasen, a condición de que una semana después se editase el compacto. Claro que uno de los miembros de Gnarls Barkley era el estadounidense Danger Mouse. Terror de la industria desde que fusionó el White album de The Beatles con el Black album del rapero Jay Z para crear Grey album. Colgado en Internet recibió un millón de descargas.

La industria ha optado por blindar los discos. En vez de repartir copias, los periodistas son convocados en la sede de la compañía donde, una vez cacheados, se procede a una audición del álbum bajo atenta vigilancia. El problema es que no todos están dispuestos a entrar en ese juego y muchos se niegan a acudir a esas convocatorias. Por eso, se han dado casos en que un empleado de la discográfica envía una copia pirata que ha bajado de la Red porque tiene estrictas instrucciones de no perder nunca de vista la copia legal.

La solución de Radiohead a este problema ha sido anunciar que cualquiera podrá bajarse su nuevo disco. ¿El precio? El que cada cual quiera. Para aquellos que busquen tener algo físico hay una edición de lujo que incluye dos vinilos. Porque resulta que también aumenta la venta del viejo plástico. Pero ésa es otra historia.

Thom Yorke, vocalista de Radiohead, durante una actuación en Madrid en 2003.
Thom Yorke, vocalista de Radiohead, durante una actuación en Madrid en 2003.EFE

Siete euros de media

Tras el anuncio de que el precio del disco de Radiohead queda a la elección del comprador, los escépticos se preguntan quién va a dar dinero por algo que puede conseguir gratis. Más, siendo una precompra, ya que la descarga no será posible hasta el 10 de octubre. El semanario británico NME ha abierto una página para que los fans cuenten cuánto han invertido. El resultado es que la media está siendo de cinco libras (unos siete euros). Justo el doble de lo que pronosticaban los expertos.Alguno da una libra, y le parece mucho, porque nunca paga. Pero hay quien ingresa el mismo dinero que le costaría en una tienda. Y es que, como se preguntaba un fan australiano, "¿cuál es el precio que le pones a felicidad?". A lo que él mismo respondía: "Para mí, exactamente 7,99 libras esterlinas". Que son 11,46 euros al cambio oficial. Baratito.

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