Consecuencias
El escenario económico del último trimestre ha cambiado significativamente con respecto al que preveíamos antes del periodo estival. Durante los últimos dos meses hemos asistido a una intensa ramificación de la crisis originada en EE UU por las hipotecas subprime, que ha acabado afectando a prácticamente la totalidad del sistema financiero. El rápido repunte de la morosidad de esta tipología de hipotecas ha provocado una repreciación del riesgo de crédito en los instrumentos que, con subyacentes ligados a títulos hipotecarios, habían permitido transmitir el riesgo desde las entidades financieras a otros inversores.
La rapidez con la que se ha producido la repreciación y la dificultad de conocer el alcance de su extensión ha generado una crisis de confianza en el mercado interbancario que ha requerido la intervención de los bancos centrales mediante inyecciones de liquidez en el sistema, en un escenario en el que los tipos de depósito interbancario a muy corto plazo se situaban muy por encima del tipo de intervención y apenas existían operaciones a medio y largo plazo.
Los bancos centrales tendrán que aplazar o abandonar las medidas de endurecimiento de los tipos de intervención
La principal incógnita a la que enfrenta el sistema es la duración de la situación actual. No cabe duda de que la incertidumbre generada impide dar respuestas concluyentes, pero si se analiza el germen de la crisis, durante el último trimestre de 2007 y 2008 el volumen de hipotecas en Estados Unidos sujetas a endurecimiento de las condiciones de pago seguirá siendo muy importante, con el consiguiente impacto potencial en la morosidad. Ante este escenario, los últimos meses del año nos darán las pautas para determinar si efectivamente sólo hemos asistido a una atípica crisis de liquidez, o si por el contrario esta situación ha dado lugar a un deterioro de la solvencia y, en última instancia, a una (poco probable) restricción en la concesión de crédito, que tendría importantes consecuencias en la economía real. Hasta entonces, los bancos centrales tendrán que aplazar o abandonar las medidas de endurecimiento de los tipos de intervención. Su tarea deberá centrarse en engrasar el tocado mercado interbancario y así garantizar la correcta transmisión de la política monetaria.
Y, a medio plazo, posiblemente se configure una situación caracterizada por tipos de referencia más reducidos, pero con diferenciales de crédito mayores en función de la calidad de los prestatarios.
Alfonso García Mora y Pablo Guijarro son profesores de la Escuela de Finanzas Aplicadas.
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