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Columna
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Partido rico. Partido pobre

Ahora que refresca algo y que los madrileños y guiris han desalojado sombrillas y chiringuitos donde hacerse el vermú, a la alcaldesa de Valencia le pega un ataque de cuernos por lo de la presidencia de la Copa del América. Inaugurar el nuevo y probablemente exasperado curso político echándoles al Gobierno de España, y a la ministra Elena Salgado, todas las culpas, por proponer una presidencia rotatoria en la segunda edición de tan lustrosa prueba náutica, resulta mezquino, pero no supone ninguna novedad en la estrategia encarnizada del PP, sino un pretexto para reponer munición, en su polvorín de descalificaciones. Frente a las protestas de Rita Barberá, el Gobierno de España, y la ministra Elena Salgado, han puesto sobre el tapete su cuota de protagonismo, como "mayor contribuyente", en el esplendor de tal evento. Cuanto poderío. Si de fingimiento y retóricamente, se dice que ya no existen las clases sociales, que no se contemplan explotadores ni explotados, ni financieros ni empleados por horas, ni opulentos ni indigentes, sino sólo una dócil multitud de consumidores, más atentos al mercado que al Estado, en línea con el neoliberalismo, y con la conciencia varada en el pensamiento único -qué afortunada expresión acuñó, el periodista amigo Ignacio Ramonet-, a pocos se les oculta que sí hay partidos ricos y partidos pobres. Partidos que disponen de sufragios y capital suficientes. Populares y socialistas se disputan los dos primeros puestos. Son partidos ricos y enriquecidos por gestiones no solo detestables, sino presumiblemente delictivas. Y hay partidos pobres. Pobres de dinero, aunque pertrechados de un abundante y fino discurso ideológico, que en ocasiones dificulta la interpretación de sus problemas. Son pobres, pero resisten. Y su comparecencia da testimonio de una sociedad plural. Si no, estaríamos restaurándonos, como un siglo atrás. Con noticias y declaraciones en la mano, se podría entonar el réquiem por el Compromís pel País Valencià. A la sustitución de la síndica de su grupo parlamentario y coordinadora de EU, Glòria Marcos, cuyo recurso debe de estar, a estas alturas, en la Mesa de les Cortes, puede seguirle, mes y medio después, la expulsión de las diputadas Mónica Oltra, que ahora detenta la sindicatura, y Mireia Mollá, ambas de la corriente EiP, aún de EU, por falta muy grave, según los Estatutos, de acuerdo con la propuesta de la comisión instructora y garantista, que se remitió a las interesadas, quienes ya han presentado alegaciones, y al Consell Nacional de EU, órgano que resolverá el día 15. Pero pesa, el hecho de que se haya abierto una cuenta corriente ajena a la que acordó la Dirección Política del Compromís, a nombre de responsables del Bloc y de EU. Si es así, cúmplase lo convenido y gestiónese la precariedad. Partidos de izquierda y nacionalistas de izquierda son necesarios. Y muchos valencianos que confiaron en esta coalición no quieren que se haga añicos en el abismo de la irresponsabilidad. Y Fabra recogiendo sobres, so panolis.

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