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Graves disturbios en Timor Oriental tras la elección del primer ministro

Las fuerzas de seguridad de Timor Oriental se vieron obligadas a emplear gases lacrimógenos para dispersar a los cientos de ciudadanos enfurecidos por la designación, durante el fin de semana, del líder independentista Xanana Gusmao como nuevo primer ministro de la ex colonia portuguesa. Los timorenses que tomaron las calles prendieron fuego a edificios gubernamentales y de organizaciones humanitarias extranjeras, según fuentes policiales y testigos.

Al menos seis personas resultaron heridas en los disturbios. Asimismo, cientos de jóvenes lanzaron piedras contra vehículos de Naciones Unidas y las fuerzas de seguridad locales, saquearon un mercado y colocaron barricadas en las calles con neumáticos ardiendo, pese a la presencia de 3.000 soldados de la fuerza de mantenimiento de paz en este país asiático.

El presidente timorense, José Ramos-Horta, decidió designar a Xanana Gusmao como nuevo primer ministro para acabar con la crisis política que vive el país. El partido de Gusmao y sus aliados tienen la mayoría de los escaños en el Parlamento elegido en las elecciones de junio pasado, pero el antiguo partido gobernante Fretilin defiende que es el que más diputados tiene y por tanto eso le da derecho a formar gobierno.

El Fretilin calificó ayer de "ilegal" la decisión de Ramos-Horta, que sin embargo hizo uso del derecho que le confiere la Constitución para designar al primer ministro, y prometió anularla en los tribunales, al tiempo que pidió a sus partidarios que mantuvieran la calma, algo que finalmente no logró.

Además de incidentes en Dili, los peores disturbios se produjeron en Baucau, 130 kilómetros al este, donde los edificios que albergan a ONG internacionales y agencias gubernamentales fueron incendiados, según el inspector de policía Pedro Belo. Además, un mercado fue saqueado. En Viqueque, otro bastión del Fretilin más al sur, dos casas y un minibús fueron incendiados.

Recuerdos sangrientos

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El año pasado, un grupo de soldados se rebeló desencadenando enfrentamientos con el Ejército regular que degeneraron en una oleada de violencia callejera con asaltos, incendios y saqueos. Más de 35 personas murieron y unas 150.000 se vieron obligadas a huir de sus casas antes de que el Gobierno fuera derrocado y se desplegaran fuerzas de paz extranjeras, mayoritariamente procedentes de Australia.

La ONU, que supervisa la seguridad en Timor desde los sucesos del año pasado, califica el país como "volátil" y "tenso", pero subrayó que la situación está bajo control. Al menos quince vehículos de Naciones Unidas resultaron dañados como consecuencia de las piedras lanzadas por los manifestantes, según indicó la ONU en un comunicado, precisando que los autores de los disturbios de hoy "serán tratados como criminales".

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