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Putin, dispuesto a aceptar un nuevo tratado de fuerzas convencionales

El Kremlin pide a la OTAN más libertad de acción militar en el Cáucaso

Rusia desea que un nuevo tratado de fuerzas convencionales (FACE) complete al que la OTAN se niega a ratificar en busca de una mayor flexibilidad para sus tropas en el Cáucaso. Ésa es la idea que ha dejado Moscú en la primera reunión con la OTAN desde que el presidente Vladímir Putin anunciara su intención de suspender el tratado. Los enviados rusos ofrecieron un segundo radar como alternativa al escudo antimisiles de EE UU.

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Los aliados acogieron con escepticismo ambas propuestas, pero celebraron la voluntad rusa de seguir negociando. La reunión era de primer contacto diplomático formal tras el aldabonazo de Putin del pasado día 14, y confirmó que ambas partes mantienen sus puntos de vista contrapuestos. No obstante, fuentes aliadas celebraron la visita de los representantes rusos para exponer sus inquietudes y la aparente voluntad de seguir discutiendo de los dos asuntos pendientes. Tras la intervención de Putin anunciando el fin del FACE, la OTAN ofreció a Rusia continuar negociando y la invitó a participar en una conferencia extraordinaria para tratar el problema, oferta que entonces Moscú declinó con duras palabras.

Ahora, Anatoli Antonov, director general de Seguridad en el Ministerio de Exteriores, y Yevgueni Bujinski, responsable ruso de la defensa antimisiles, se han reunido durante tres horas con el secretario general de la OTAN, Jaap de Hoop Scheffer, y los embajadores aliados para exponer las inquietudes de Moscú y proponer soluciones al doble contencioso. Lo primero que han hecho saber es que en los 150 días que deben transcurrir entre el anuncio de la suspensión del FACE y su abandono, Rusia seguirá cumpliendo con su parte.

Apertura de bases de EE UU

La razón de la denuncia rusa es que la OTAN no sólo no ha ratificado el acuerdo revisado de 1999 sobre fuerzas convencionales para introducir en el original de 1990 la desaparición del Pacto de Varsovia, sino que ha continuado reforzándose en su flanco Este, con la ampliación a los países bálticos, la apertura de dos bases estadounidenses en Bulgaria y Rumania y los planes para instalar un escudo antimisiles en Polonia y la República Checa. Los aliados explicaron cómo, a su parecer, todo se ajusta a los términos del FACE y que nadie contempla ningún tipo de agresión.

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Finalmente, plantearon la pregunta clave, la de si Rusia quiere algo más. "Queremos más libertad en los flancos, porque el sistema actual nos limita en los flancos", vinieron a responder los emisarios rusos, según una fuente de la reunión, que resume las ambiciones de Moscú: "Además de la ratificación, Rusia quiere un nuevo tratado sobre los flancos". En la jerga aliada, los flancos representan las zonas fronterizas, que para Moscú se traducen en el Cáucaso. Una mayor presencia militar en esos límites es un anatema para Turquía. Los rusos enfatizaron que "están dispuestos a seguir hablando", lo que es visto como buena señal en la OTAN por el cambio que supone con respecto al desabrido rechazo de hace 10 días.

En el contencioso del escudo antimisiles, Bujinski reiteró la oferta de emplear el radar en Azerbaiyán ya adelantada por Putin y, para salir al paso de las objeciones de que no es técnicamente flexible, ofreció otro en la propia Rusia orientado a cubrir el Mediterráneo. Con ello, dijo, quedaría cubierto todo el territorio europeo frente a una amenaza como la iraní que Moscú cree improbable. "Intentan separar a Europa de Estados Unidos, porque lo que ofrecen no cubre a Estados Unidos", observa una fuente diplomática: "La defensa euroatlántica es indivisible".

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