_
_
_
_
_
Reportaje:Tenis | Wimbledon

La agresividad, clave

El mallorquín, que en hierba se siente refrescado y a salvo de una rutina "revienta a cualquiera", usa cada vez "menos bolas de transición"

Rafael Nadal se despierta a las seis de la mañana en el luminoso y "desastroso" dormitorio que usa en su casa de Wimbledon, se pone un antifaz y se vuelve a meter en la cama hasta las ocho. En Londres se siente liberado de los corsés que le impone su juego de machacamartillo sobre tierra batida. En la hierba es un hombre "refrescado". Salvado de una rutina "que revienta a cualquiera". Y retado por la búsqueda "de nuevas sensaciones". Son las claves de su adaptación a Wimbledon y las armas que le han convertido en el primer español semifinalista dos años seguidos.

"Jugar en una superficie tan distinta hace que se te olvide toda la rutina", explica. "Llegas a la hierba y estás pendiente de encontrar sensaciones y movimientos, de colocarte estratégicamente, de aprender, de jugar mucho más dentro de la pista... Cuando se empieza, aunque ahora parezca mentira, hay bolas que tendría que atacar con las que me quedo parado porque vengo de jugar en tierra. Si no es a base de máxima actitud es muy difícil adaptarse", continúa; "lo más importante es apoyar hacia adelante [a la hora de dar un golpe]. Hay que ser agresivo y que el otro sienta que tiene que jugar los puntos".

Más información
"Aquí, aunque sufra, disfruto"

Nada más terminar su partido contra Berdych, Nadal recibió a Ron Wood, guitarrista de los Rolling Stones. Luego, mientras Carlos Costa, su representante, y Jaume Matas, ex presidente de Baleares, se alejaban, se reunió con Toni Nadal, su tío y entrenador. Fue un encuentro resumido en una lección. "Jugar a este nivel, agresivo y buscando los puntos, es la diferencia entre estar arriba y no", le dijo el técnico; "va todo junto. Si eres más agresivo, es más fácil que te funcione el servicio y todo".

La llegada de Nadal a las semifinales se empezó a fraguar en un bosque. Su encuentro de la tercera ronda contra el sueco Robin Soderling había sido cancelado por la lluvia. El mallorquín, acompañado por su fisioterapeuta, salió a correr entre los árboles que rodean la residencia que ha alquilado cerca de Wimbledon. Luego, se reunió con Toni. Había desperdiciado un punto de partido. ¿Qué había pasado?

"Analizamos el partido", explica Toni. "Había empezado restando con decisión y sacando bien. Luego, bajó de intensidad y empezó a ser más conservador. Lo pagó con un break. La reflexión que hicimos le ha servido: por bajar la intensidad y no ser agresivo, Soderling le empezó a comer terreno y se lo puso tan difícil que habría sido fácil perder", prosigue; "lo que está haciendo bien es jugar más agresivo. Los tres últimos sets contra Yuzhny y los tres de Berdych han sido de un nivel altísimo".

A Nadal, que cada vez usa "menos bolas de transición" para acabar los puntos, le define su capacidad competitiva. En Wimbledon, la catedral del tenis, se ha enfrentado a la lluvia, a los parones y a unos rivales de cuidado. Nada ha vencido su apetito por lo nuevo. "Contra Berdych he subido 15 veces a la red", dijo; "tengo que buscar hacer cosas con todas las bolas. Intento tirar más al resto y no dudar o especular al servicio, además de cortar la bola". La mezcla le ha colocado en las semifinales y sintiéndose testigo de una revelación: "Inesperadamente, éste es el segundo torneo del Grand Slam que se me da mejor".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_