Paisajes imaginados

El ser humano se ha empeñado desde la antigüedad en modificar la naturaleza a su antojo. Al dictado de su imaginación. No son otra cosa los jardines, esos edenes domésticos o, más bien, paraísos regios, suntuosos, al aire libre. Una forma de domeñar la naturaleza y moldearla a la medida de sus sueños. O del arte. Porque no han sido escasas las ocasiones o las épocas en las que el ideal del paisaje plasmado por los pintores ha sido llevado a la realidad atendiendo a ese modelo.

Jardines y laberintos, uno de los nuevos volúmenes lanzados en la colección Diccionarios del Arte (Electa) aborda la evolución de los jardines a partir de documentos, pinturas y esculturas. Desde los antiguos (egipcios, griegos, islámicos, monacales) hasta la creación de los parques públicos. Textos e imágenes que explican en detalle los símbolos ocultos.

Otro de los nuevos títulos de la colección resulta también interesante y sugestivo. Geografía y viajes imaginarios segmenta y ordena las ideas que ha tenido el ser humano del mundo y de lo desconocido a lo largo de la historia. También es la pintura el hilo conductor de este recorrido que aborda la forma en la que los artistas expresaron el asombro ante las exploraciones geográficas, los animales que para ellos representaban monstruos, el descubrimiento de otras razas humanas y también los miedos que siguen despertando en el hombre los fenómenos naturales o las utopías inventadas por los escritores.

Entre los dos libros, quizá sea más completo y coherente el de los jardines. El segundo, siendo curioso, atiende más a los caprichosos criterios de lo raro, llegando en algunos capítulos a clasificaciones algo gratuitas.