Viviendas sin balcones
En algunas ciudades de España los ciudadanos asistimos impasibles desde hace ya bastantes años a la construcción de numerosos barrios repletos de nuevos edificios completamente herméticos, en los que no existen ni terrazas ni balcones, sólo ventanas y miradores.
Yo no sé si todo ello se debe a modas arquitectónicas o a normativas restrictivas urbanísticas, pero lo cierto es que tal hecho, desde mi punto de vista, causa una inmensa sensación de ahogo, además de que si nos fijamos en los edificios de este tipo resultan feísimos y dan una sensación de tristeza que al menos a mí me traen a la memoria aquellas viejas construcciones de principios de siglo en la Alemania industrial junto a las fábricas.
Inmensos edificios de inmensas fachadas de feo ladrillo repletas tan sólo de ventanas, aunque ahora a algunas ventanas las alargaron un poco denominándolas miradores. Algo que, se mire como se mire, me parece horrible en un país con un clima en donde en verano y primavera a todo el mundo le agrada salir al menos a su balcón a respirar y hasta en invierno a solearse un poquito.
Añoro la terraza de mi casa de la infancia en donde en verano podía sacar mi hamaca al fresco para sentarme un ratito a merendar, a leer un tebeo o a mirar la calle. Tanto la añoro que he pensado en vender mi nuevo piso y comprar uno de los de antes con esa entrañable terracita, porque aunque vivo en una urbanización que tiene piscina y todo, resulta que tengo que salir a la calle hasta para sentarme un ratito al fresco en verano después de cenar o para solearme diez minutitos al medio día en invierno, y ya ni les cuento sobre los niños.