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Almacenamiento sin riesgo ni incertidumbre

En Weyburn (Canadá) se realiza desde 2000 un experimento llamativo. Se trata de demostrar la viabilidad técnica y económica del almacenamiento geológico de CO2 en un yacimiento de petróleo al tiempo que se utiliza el gas para rellenar huecos y mejorar su aprovechamiento. El CO2 procede de Estados Unidos, de una planta de gasificación de carbón situada en Dakota del Norte y llega a través de un gasoducto de 325 kilómetros. Hasta ahora, se han inyectado más de cinco millones de toneladas de dióxido de carbono en el yacimiento, lo que equivale a lo que producen 1,3 millones de coches en un año. Con técnicas sísmicas se hace el seguimiento del gas inyectado y sus promotores dicen que están contentos con los resultados hasta ahora.

En Canadá se inyecta CO2 en un yacimiento de petróleo para aprovecharlo mejor

Sin embargo, los expertos saben que para que el sector se desarrolle es fundamental la aceptación social, ya que ni siquiera existe todavía legislación sobre el tema. Y para que la sociedad no rechace esta posible solución, "el almacenamiento tiene que ser seguro, no puede haber incertidumbre", en palabras de Santiago Sabugal, de la Plataforma Española de CO2 durante su intervención en la jornada La estrategia del carbón limpio, organizada la pasada semana por el Club Español de la Energía.

"El almacenamiento de CO2 tiene que ser seguro y una opción válida para la mitigación del cambio climático, no una carga para futuras generaciones: ni riesgo ni incertidumbre", dijo Arnaud van der Beken, de la empresa Schlumberger. Esta multinacional tecnológica del sector petrolero se presenta ya como operador potencial del almacenamiento de CO

2, con una estrategia muy similar a la que se sigue con otros residuos peligrosos y de larga vida, como los nucleares. Un depósito de este gas tendría un periodo de calificación de entre uno y dos años, estaría activo entre 10 y 50 años y se vigilaría para evitar escapes durante más de 100 años. Se reutilizaría la tecnología de los yacimientos de gas, recubriendo las paredes del depósito con cemento resistente al CO2, comentó Van der Beken.

El almacenamiento no es la única alternativa para el CO2. También se investiga su reciclaje, lo que Juan Carlos Ballesteros, del proyecto Cenit CO2 llamó en ese mismo escenario "valorización de la molécula como materia prima en procesos industriales". Algunos ejemplos de posibles usos son: la fabricación de polímeros y la producción de metano con bacterias, de alcoholes y de carbones activos.

Tanto en Europa como en Estados Unidos, el horizonte para que esta tecnología se implante de verdad es 2020, pero antes habrá que demostrar su viabilidad. La Unión Europea apoya un gran programa de I+D para reducir a la mitad el coste de la captura del 90% del CO2. Estados Unidos pretende que para 2020 todas las nuevas centrales térmicas de carbón capturen y almacenen el 90% de sus emisiones de CO2, además de mejorar mucho su eficiencia.

En el Congreso de EE UU hay al menos 12 propuestas para aislar todo el carbono resultante de la quema de carbón, y el Comité de Energía del Senado ha iniciado unas sesiones para tratar de reorientar la investigación sobre el problema, informa The New York Times. Es un desafío que ha despertado el interés de ingenieros de todo el país.

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