Árboles, arte e ideologías

Acudí a la manifestación del 6 de mayo de 2006 frente al museo Thyssen-Bornemisza (por cierto, que no he logrado averiguar quién es Bornemisza), para evitar que se talaran los árboles del paseo, pero también porque me hacía gracia ser liderado por una baronesa y su perrito. En el momento de mayor ardor guerrero, cuando se coreaban gritos contra el alcalde, una señora muy arreglada me dijo que tenía en su palacete un ascensor Thyssen que iba como una seda, pese a tener cuarenta años.

-Pero esta manifestación no es por los ascensores -le informé-. Aquí estamos defendiendo a los árboles.

-¿También tiene árboles la baronesa?

Comprendí que se trataba de un diálogo imposible y me cambié de sitio para que le diera la paliza a otro manifestante, pero tomé nota de la capacidad de convocatoria de esta fabulosa mujer que, cuando aún no era nadie, le puso a su hijo Borja, como si intuyera el destino social al que ambos estaban convocados. Había allí señoras elegantes, sindicatos y partidos de izquierdas, además de asociaciones ecologistas, particulares, y curiosos en general. Más de cuarenta organizaciones secundaron la protesta que hizo morder el polvo a Gallardón, mientras Esperanza Aguirre, que siempre está al quite, le metía un dedo en el ojo de la cara.

En los árboles se habían colgado carteles con leyendas conmovedoras tales como "Gallardón, no me mates" o "Yo seré tu voz", todo dentro de una atmósfera de contención y buenas maneras a las que no era ajena la presencia impresionante de la baronesa que, ataviada con un elegante traje-pantalón de color crema (quizá blanco roto) y el pelo recogido, ocupó una tribuna desde donde se dirigió a los presentes agradeciéndoles su apoyo y animándoles a movilizarse para que no prosperara el proyecto de Álvaro Siza y Miguel Hernández de León. La pancarta de la foto, alentando al alcalde a que se podara la pilila, fue casi la única nota un poco subida de tono, aunque no tanto si pensamos que podían haber escrito polla. Los árboles y el arte, concluyó la baronesa, están por encima de cualquier ideología política.

Se me quedó aquella idea de que los árboles y el arte estaban más allá de las ideologías y durante los días siguientes estuve componiendo, por entretenerme, construcciones sintácticas idénticas, sólo que sustituyendo árboles y arte por otros términos. Los buitres y el soneto, por ejemplo, están más allá de las ideologías políticas.

Podemos asegurar que aquella movilización inauguró en la vida municipal una nueva era. Todos los alcaldes tomaron nota de que la ecología y la nobleza podían arruinarte una campaña electoral. De hecho, Miguel Sebastián, actual candidato del PSOE a la alcaldía de Madrid, ha prometido plantar un millón de árboles si los madrileños le dan su confianza (de las baronesas no ha dicho nada por ahora). Lo cierto es que tras una reunión entre los responsables municipales, los arquitectos y Carmen Cervera, la reforma quedó paralizada a la espera del preceptivo informe sobre impacto medioambiental y demás burocracias. Gallardón se tragó el sapo y aparcó el proyecto hasta la siguiente legislatura. ¡Vivan las baronesas!