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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Cuba: apuestas por la transición

Antonio Elorza

Fidel Castro se resiste a desaparecer, y de este modo retrasa lo que muchos esperan, y pocos confían ya, que sea el comienzo de una nueva época: la transición a la democracia. El tema ha sido objeto de múltiples elucubraciones en los últimos años y ahora recibe un tratamiento especialmente significativo en este volumen diseñado, más que coordinado, por Marifeli Pérez-Stable, docente en Miami, entre otros muchos cargos, y autora de uno de los estudios capitales sobre la revolución castrista. Marifeli es además activa militante en el proyecto de impulsar una transición sin odios ni violencia, lo cual no interfiere en el valor de sus investigaciones, pero sí contribuye a realzar su importancia. "Al tratar como complementarias tres perspectivas normalmente compartimentadas", explica en su prólogo el ex presidente brasileño Cardoso, "de las instituciones, de las relaciones sociales y de las ideologías, el libro ofrece una contribución especialmente interesante al debate acerca de cómo será Cuba después de Fidel".

CUBA EN EL SIGLO XXI. Ensayos sobre la transición

Marifeli Pérez-Stable (coordinadora)

Prólogo de Fernando E. Cardoso

Colibrí. Madrid, 2007

345 páginas. 18 euros

Marifeli Pérez-Stable ha pensado la obra como un haz de estudios sectoriales convergentes en torno a un eje central: una transición inevitable en cuanto al relevo en el vértice, pero de contenidos difícilmente previsibles. Cada uno de los autores aborda la cuestión desde el ángulo de un análisis sectorial para desembocar finalmente en un trazado de los diversos escenarios de cambio posibles. Todo ello imaginado a partir de la "hora H", el "momento puf" o poof moment en que muere el dictador. Por su parte, la coordinadora se centra en una reflexión general que tal vez hubiera sido más pertinente situar a modo de balance y discusión finales sobre las aportaciones de los autores reunidos.

La calidad de las colaboraciones convierte por añadidura el libro en una base esencial para el conocimiento de la realidad cubana de hoy. Con frecuencia, los trabajos son resúmenes orientados al presente de estudios más amplios o de líneas de trabajo con décadas de experiencia. Tal es el caso de Carmelo Mesa Lago, sobre economía y política social, de Jorge I. Domínguez en torno al papel del Ejército, de Alejandro de la Fuente sobre la persistencia y el renacimiento del racismo, o de Rafael Rojas, fresco aún el recuerdo de su galardonada obra Tumbas sin memoria. De forma inevitable, el nivel es desigual. Un buen especialista en el exilio cubano, como Lisandro Pérez, ofrece un relato demasiado sucinto sobre el importante tema del papel que puede desempeñar el hoy ya fragmentado colectivo de emigrantes. Es asimismo esquemático el tratamiento de la transición desde la perspectiva de género por Mala Htun, si pensamos en el ¡No es fácil! de Isabel Holgado, que ni siquiera figura en la bibliografía. Falta en fin calado histórico en el estudio sobre la corrupción, que no comenzó para Cuba en 1959, por Daniel P. Erikson. Claro que resulta muy difícil situarse en el nivel de conocimiento ya logrado con anterioridad por los cuatro primeros autores citados, o por la propia Marifeli Pérez-Stable.

La historia camina, no obstan

te, demasiado deprisa en algunas ocasiones. En especial al leer el ensayo introductivo a cargo de Marifeli, surge la duda acerca de la vigencia de unas hipótesis, de unos "escenarios" que parecían perfectamente plausibles en 2003, pero que en estos cuatro años se han ensombrecido, circunstancia que la autora percibe muy bien, a partir del auge de los populismos y el desprestigio de la democracia en la Iberoamérica de hoy. "Una Cuba democrática", escribe con razonable pesimismo "aún no está a la vista, y es posible que las condiciones favorables a una transición no surjan en el futuro inmediato". Pero en ese cuadro la alternativa no se situaría sólo entre la evolución hacia la democracia y la más que temible adopción de una variante del modelo chino, es decir, dictadura comunista matizada con economía de mercado. La inserción de Cuba en la esfera de influencia del bolivarismo de Hugo Chávez, más favorable como es lógico a la segunda salida, debería ser considerada como un "escenario" de validez propia, sobre todo desde que el venezolano se ha convertido en un discípulo evolucionista de Marta Harnecker.

Hugo Chávez (izquierda) visita a Fidel Castro, convaleciente, el pasado mes de agosto.
Hugo Chávez (izquierda) visita a Fidel Castro, convaleciente, el pasado mes de agosto.REUTERS

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