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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Pintar con la cámara

Estamos viviendo bajo el imperio de la imagen fotográfica. No de fotógrafos sino de artistas que se expresan sirviéndose de los medios o las técnicas fotográficos. Este fenómeno, que sin duda tendrá una explicación sociológica, viene inducido por la omnipresencia de la cultura de los medios de masas, pero esta banalización de la imagen y de su consumo ha traído aparejada una devaluación de lo icónico y de la creatividad artística. Vemos muchas obras fotográficas en las galerías pero cada vez se ve menos arte en ellas. Es, por lo tanto, en este terreno donde los auténticos artistas pueden dar la talla, aunque sea con divertimentos, como el pequeño juego que ahora se muestra de David Hockney.

DAVID HOCKNEY

Galería Arnés y Röpke

Conde de Xiquena, 14. Madrid

Hasta el 26 de mayo

La figura de David Hockney (Bradford, 1937) es conocida en todo el mundo. Comenzó como pintor en los primeros años sesenta, siendo uno de los artistas ingleses que ha dado sentido al término pop art y que ha realizando aportaciones muy personales, acusando en su obra, entre otras, la influencia de Picasso y la visión cubista que va a llevar al pop por medio de la fotografía. Así, tomando en varias direcciones cientos de imágenes de un escenario, desde una posición fija o desde diferentes puntos, consiguió realizar sorprendentes collages con instantáneas en los que juega con la realidad de lo captado y con la visión subjetiva, formalizando composiciones que literalmente despliegan el espacio. En aquellos collages de los primeros años ochenta sorprende la agilidad y frescura de un pintor que, en vez de elegir un color de la paleta para fijarlo en el lienzo, toma una imagen fotográfica y, junto a otras, construye un fresco en el que se hacen visibles las trayectorias de personajes que se mueven y gesticulan en el espacio, logrando, desde una estética pop, lo que sólo llegaron a intuir los cubo-futuristas.

El juego que se muestra ahora en la exposición de Madrid se podría calificar de "estudio en torno a un cuadro", pintado en 1995. Se trata de un doble lienzo, que ofrece una gran superficie plana, con figuras entre cubistas y abstractas, que fue colocado pegado a la pared, en vertical, pero apoyando su borde inferior en el suelo. Hockney siguió pintando sobre el suelo, cobrando así las figuras de los lienzos continuidad en el plano horizontal. En el suelo, sobre la superficie pintada, colocó también algunos objetos coloreados con el mismo tipo de pigmento, generando así una instalación y, por último, procedió a realizar una serie de fotografías del conjunto, con lo que ese montaje tridimensional vuelve nuevamente a la superficie plana del papel. Este recorrido conduce a un resultado sorprendente ya que no se trata de un reportaje sobre algo que es real y tridimensional sino que las imágenes impresas mantienen el aspecto de lo pintado pero con un grado de ambigüedad que oscila entre lo pictórico y lo real, lo plano y lo volumétrico. Hockney, ciertamente, no ha inventado nada ya que otros artistas, como Calum Colvin o Georges Rousse, pintan figuras sobre escenarios irregulares que, mediante el visor fotográfico, generan un trampantojo que restituye la ilusión de imágenes y figuras. Sin embargo, en estas obras de Hockney no hay truco, el propio artista empieza por mostrar lo que es, mientras que la sencillez del artificio hace evidente las cualidades plásticas del resultado.

Detalle de '25 de Marzo' (1995), de David Hockney.
Detalle de '25 de Marzo' (1995), de David Hockney.

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