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Reportaje:

Una noche en vela por la crecida del Ebro

Las comunidades de Aragón y Cataluña mantienen la alerta, aunque la fuerza de la riada remitía anoche

Ningún pueblo de la parte alta del Ebro aragonés tendrá que ser evacuado. La avenida extraordinaria del río finalmente se mantuvo por debajo de los niveles de la de 2003 y el caudal del río no superó en Castejón la cifra de los 3.000 metros cúbicos por segundo, como ocurrió hace cuatro años. En aquella ocasión resultaron afectadas más de 25.000 hectáreas de cultivo. También se desalojaron las localidades de Novillas y Pardilla. Esta vez sólo abandonaron estos pueblos los enfermos y las personas con problemas de movilidad.

El Gobierno aragonés, la Confederación Hidrográfica y los servicios de Protección Civil decidieron también, de acuerdo con los alcaldes de los pueblos ribereños, romper las motas -defensas de los campos de cultivo- para que el agua llegase más laminada y no entrase en los cascos urbanos, donde desde la noche del lunes al martes trabajaban los equipos de achique. Las empresas públicas del Gobierno autónomo y los operarios de la Confederación Hidrográfica movían la tierra para construir muros y evitar la entrada del agua en las poblaciones. Todos los animales fueron evacuados, sobre todo en zonas donde el agua hizo más daño en la anterior avenida.

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- Castejón. "Nos pusimos en lo peor". Todo hacía prever lo peor en Castejón, localidad navarra de 3.800 habitantes. A primera hora de la mañana el caudal del río alcanzaba los siete metros y se desbordaba. A mediodía, la lluvia había remitido y los vecinos veían que la situación mejoraba. Nuria, empleada del Museo Municipal, aseguraba ayer por la tarde que "lo peor ya ha pasado". "Lo que más da la lata es que para movernos por el pueblo tenemos que salir a la autovía porque hay un tramo de la carretera nacional cortado", comentaba.

- Funes. "Todas llegan por la noche, cuando menos te lo esperas". Los vecinos de Funes, un pueblo navarro de más de 2.000 habitantes, no durmieron la noche del lunes. "Por mucho que te digan que va a llegar agua, siempre te esperas más". José Luis es viejo zorro de la zona. A sus 75 años ha visto muchas riadas. "Todas llegan por la noche, cuando menos te las esperas; por eso había mucho miedo ayer". Por suerte, aunque muchas bodegas se inundaron, no hubo que lamentar más daños. "Al final no ha sido para tanto, menos mal", señalaba José Luis a última hora de la tarde.

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- Falces. "Nada que ver con 2003". En Falces (Navarra) todavía se recuerda el desbordamiento del Ebro en 2003. Todo hacía prever que la situación se iba a repetir. Radios, televisiones, periódicos, anunciaban lo peor. Conforme pasaba el día, los vecinos se iban tranquilizando. Alguno, como Pedro, lo explicaba así: "Hay una cosa que se comentaba ayer en todo el pueblo: en 2003 nadie podía salir de sus casas, teníamos que ir casi con una barquita por las calles. Ayer, sin embargo, por la tarde había gente en el puente del pueblo mirando cómo bajaba el agua".

El balance por la tarde era esperanzador para todo el mundo. El presidente de la Confederación Hidrográfica, José Luis Alonso, respiraba cuando reconocía que la punta más fuerte, la de los ríos Arga y Aragón, se había adelantado y no se solapó con la lluvia de las montañas que se frenó en los embalses de cabecera del Pirineo. Otra alternativa, la eliminación de las motas, causaba más escepticismo. "En principio se busca que el agua anegue los campos y no entre en los pueblos. Pero veremos cómo funciona" explicaba Alonso.

- Novillas. "Es lo que tiene la naturaleza". Los vecinos de Novillas se afanaban en proteger sus viviendas mientras las bombas sacaban agua de sus campos. El caudal del río superaba ayer, a última hora de la tarde, los 2.000 metros cúbicos por segundo. "La naturaleza es así, nunca sabes cómo te va a venir", aseguraba ayer por la mañana José Ayesa, alcalde de esta pequeña localidad aragonesa. El pueblo aguardaba la llegada de la riada para esta pasada madrugada. Algunos vecinos cubrían las puertas con escayola para no dejar pasar el agua. "Tenemos mucho miedo, aunque más tuvimos ayer; en el momento que me dijeron que no nos iban a evacuar me quedé más tranquila", explicaba María José, una vecina del pueblo que recordaba cómo en 2003 pasó cuatro días en Tauste, un municipio cercano donde fueron realojadas varias familias.

- Pradilla. "Muchas pérdidas en el campo".

Pradilla era otra de las localidades que seguían en alerta a última hora de la tarde de ayer. Aunque la situación no era de extrema gravedad, los vecinos siguieron atentos a las noticias todo el día. "Llevo desde el lunes pegada a la radio y a la tele. Dicen que la riada llegará, pero con menos fuerza", opinaba Josefina, una mujer de 74 años. A pesar de sus "achaques", aunque Protección Civil la sugirió que abandonase el pueblo por unos días, ella ha preferido quedarse. "Si dicen que no es para tanto, me quedo aquí". La peor parte, dice, se la va a llevar "la gente que ha cultivado". El agua se había llevado ayer por delante prácticamente todos los cultivos.

Vigilantes pero atentos. La previsión era que hoy al amanecer la riada alcanzase la localidad de Gallur y a lo largo del día Alagón. En Zaragoza estará en la madrugada del miércoles al jueves. En la capital no se esperan afecciones importantes; sólo se vigilan las obras de la Expo del Agua, que han tenido inundaciones en una parte. Los trabajos se han retrasado unos días.

Pero el agua tuvo peores consecuencias, y no por avenida. En la localidad zaragozana de Tarazona un albañil ecuatoriano, de 25 años, murió aplastado por una enorme roca que se desprendió de la muralla de la ciudad y que pesaba 120 toneladas. Eran las 12 del mediodía y la piedra cayó por efecto de las ultimas lluvias. Los equipos de socorro encontraron su cuerpo sobre las siete de la tarde. No ha sido la única víctima mortal. En L'Aleixar (Tarragona) murió el lunes un ciudadano rumano cuando cruzaba una riera. Fue arrastrado por el agua, según los bomberos de la Generalitat.

La crecida del Ebro no ha supuesto más que la alerta en el tramo catalán del río, el de su desembocadura, informa Oriol Aymí. Los pantanos de Riba-roja y Flix (Tarragona), que recogen el agua desembalsada por el de Mequinenza (Zaragoza), dejaban ir ayer alrededor de 1.800 metros cúbicos de agua por segundo, lo que provocó crecidas de consideración en los municipios ribereños. Sin embargo, la avenida de agua no afecta a la trama urbana de ninguna población. El alcalde de Miravet, tradicionalmente la localidad que más sufre las consecuencias de las crecidas del río, criticó ayer que las empresas hidroeléctricas gestoras de los embalses hayan aguantado demasiados días sin abrir compuertas. El PP culpó al Gobierno socialista de la crecida del río Ebro por haber derogado el Plan Hidrológico Nacional, "que habría servido para prevenir las avenidas" del río, según el ex ministro Miguel Arias Cañete.

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