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Juicio histórico en los Balcanes

"La sentencia deja el triste mensaje de que la violencia es rentable"

Emir Suljagic, superviviente de Srebrenica, cree que Serbia es culpable

Guillermo Altares

El escritor y periodista bosnio Emir Suljagic no sólo sobrevivió a Srebrenica, sino a un encuentro cara a cara con el general serbio Ratko Mladic durante los días de la matanza. A pesar de ser un varón en edad militar, pudo contarlo porque era traductor de Naciones Unidas. Pero Suljagic, de 32 años, perdió a gran parte de su familia en la masacre y, desde entonces, se ha dedicado a investigar los crímenes de guerra, como periodista de la revista bosnia Dani. Es autor de un libro sobre su experiencia en medio del horror, Postales desde la tumba, que The Economist calificó de "obra maestra destinada a perdurar", y que será publicado este año por Galaxia Gutenberg.

"Los supervivientes, no sólo de Srebrenica, sino de otros crímenes genocidas en Bosnia-Herzegovina, sólo pueden sentirse traicionados", aseguraba ayer desde Hamburgo, donde reside en la actualidad, tras conocer la sentencia que ha exculpado al Estado serbio de genocidio en Bosnia. "La sentencia no es ni justa, ni equilibrada", añade.

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"La única lección que podemos sacar de esta sentencia y su único mensaje es triste e inquietante: que la violencia es rentable", continúa Emir Suljagic. "A Serbia se la he permitido salir impune del cargo de asesinato y las fuerzas políticas e ideológicas que estuvieron detrás del genocidio y de la división de Bosnia van a estar muy satisfechas con esta sentencia", agrega.

La clave del fallo judicial está, según Suljagic, en saber quién tenía el mando sobre las fuerzas paramilitares y militares serbias que asesinaron a decenas de miles de personas durante la limpieza étnica en Bosnia, entre 1992 y 1995. Srebrenica, donde 8.000 bosnios fueron asesinados en el verano de 1995, fue la culminación del exterminio de los musulmanes del este de Bosnia, que comenzó en la primavera de 1992 en ciudades como Foca y Visegrad, donde Ivo Andric ambientó Un puente sobre el Drina y donde los musulmanes pasaron de ser el 70% de la población a desaparecer del censo.

Unidades paramilitares

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"La sentencia ignora no sólo la verdad histórica, sino hechos demostrados. El asunto crucial es si desde Belgrado se controlaba a los dirigentes políticos y militares de los serbios de Bosnia. Para pronunciarse, el Tribunal de la ONU dictaminó que el Gobierno serbio debía admitir su complicidad en los crímenes. Sin embargo, a pesar de que dicha admisión existe, en lo referente a la unidad llamada de Los Escorpiones, el Tribunal decidió ignorarlo", explica Suljagic.

Para este periodista -y para otros tribunales internacionales- es un hecho que se produjo un genocidio en Bosnia. "Hay evidencias masivas de que se produjo un genocidio en Bosnia-Herzegovina y de que no hubiese podido cometerse si Serbia no hubiese jugado un papel tan activo", señala. En uno de los numerosos análisis de la denuncia que ha escrito para el Instituto Bosnio de Londres, Suljagic recuerda una frase de Radovan Karadzic, el jefe político de los serbios de Bosnia que, junto al general Mladic, está inculpado de genocidio por Srebrenica: "Cuando comenzó la guerra, el Ejército federal ofreció toda su ayuda".

La reacción en Bosnia a la sentencia refleja la división en la que vive el país desde los acuerdos de paz de Dayton, con los que terminó la guerra, en noviembre de 1995, pero que dejó el país separado en dos entidades: la Federación Croata Musulmana y la República Serbia (RS). En Sarajevo ha sido recibida con profunda decepción. En Banja Luka, capital de la RS, como una demostración de justicia.

Emir Suljagic, en Sarajevo en noviembre de 2005.
Emir Suljagic, en Sarajevo en noviembre de 2005.ULY MARTÍN

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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