_
_
_
_
_
Reportaje:

Los 'sin techo' del Sena

El movimiento solidario con los indigentes 'Los hijos de Don Quijote' se ha extendido desde París a otras ciudades francesas

Ni la lluvia ni la nieve han querido añadirle dramatismo y color a la miseria. Pero el frío sí ha acudido a la cita: dos grados centígrados en la desapacible y húmeda tarde parisiense. Los dos centenares de tiendas de campaña, de un rojo visible, están ahí, junto al canal Saint Martin, un lugar típico de París, que Marcel Carné reprodujo en estudio para su célebre filme Hotel du Nord (1938).

Y quienes las ocupan o no tienen con qué pagarse una noche de hotel o no quieren hacerlo. Están ahí por solidaridad. Como Régine, que obviamente no se llama Régine -"no he venido aquí para salir en los periódicos"- y que quizás tampoco tenga 28 años -"¿por qué me lo preguntas?"- pero que dice querer "saber cómo se vive ahí, en el centro de una ciudad, durmiendo en el suelo, entre el canal helado y la calzada". Ha venido para quedarse esta noche. "Quizás me quede otras, aún no lo he decidido", dice.

Más información
El derecho a la vivienda será exigible ante los tribunales en Francia

Para ella, lo bueno de la iniciativa de Les enfants de Don Quichotte (Los hijos de don Quijote) al proponerse crear un poblado de tiendas solidario junto a las tiendas de los llamados Sin Domicilio Fijo (los SDF) es "poner a todo el mundo frente a una realidad que la gran mayoría no queremos ver". Régine asegura "estar harta de personas que hablan de las cosas sin conocerlas, que toman decisiones que afectan a los demás sin nunca preguntarles lo que quieren".

Un hombre de mediana edad, bien vestido, acompañado de su hijo, ofrece ayuda económica, y algunos vecinos han traído mantas y ropa. Augustin Legrand, el actor que puso en marcha el movimiento Les enfants de Don Quichotte, celebra que "los políticos estén empezando a dar señales de vida" -ayer esperaban la visita de Ségolène Royal, la candidata socialista a la presidencia-, aunque critica la respuesta ministerial que, "si bien es cierto que va en el buen sentido, no deja de ser insuficiente, un poco de bruma con la que ocultar la realidad". Legrand aplaude que en Orleans, y parece que pronto en Toulouse, Lyón y Marsella, hayan surgido tiendas solidarias.

Para Régine, las promesas de la ministra Catherine Vautrin, responsable de Cohesión Social, "son el primer resultado concreto de este campamento de tiendas, pero hay que seguir, no dejar que el Gobierno haga lo de siempre: prometer para dejar que luego el viento se lleve esas promesas". Vautrin ha prometido 70 millones de euros para un plan de urgencia, 10 veces más de lo presupuestado.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Legrand empezó esa insólita aventura solidaria yéndose a vivir bajo un puente, el de Austerlitz, donde ya estaba instalado Fred Druart, un SDF belga de 34 años que lleva seis viviendo en la calle y cocinando para sus camaradas de infortunio. "Es un tipo formidable y se merece lo que ahora le sucede, como se lo merecen tantos otros", dice Legrand refiriéndose al hecho de que Fred, gracias a los reportajes en televisión, acaba de ser contratado como cocinero. "Vino un empresario del sector de la restauración. Me preguntó por el que colocó un cartel en su tienda ofreciéndose como cocinero. Quería saber si bebía. Hablaron y el empresario le dejó un número de teléfono. Fred llamó y le dijeron que si le interesaba, ya tenía empleo y un pequeño lugar donde alojarse".

Vautrin, en un primer momento, criticó a Les enfants de Don Quichotte porque "utilizan a los pobres con un objetivo político-mediático". Habló incluso de "SDF-show". Dos días más tarde Nicolas Sarkozy, el candidato conservador a la presidencia y actual ministro del Interior, prometía en un mitin: "Si salgo elegido lograré que antes de dos años no haya nadie en Francia que se vea obligado a dormir en la calle".

Según explicaba a este periódico René Teulade, quien fuera ministro de Asuntos Sociales en un anterior Gobierno, "la gente que vive en la calle se encuentra muy a menudo en medio de temperaturas muy bajas. Eso es muy malo para la circulación sanguínea, para el corazón. A partir de los 40, más de tres años seguidos en la calle son una condena a muerte".

Una persona sin domicilio fijo cena, el pasado lunes en París, ante las tiendas instaladas a la orilla del Sena.
Una persona sin domicilio fijo cena, el pasado lunes en París, ante las tiendas instaladas a la orilla del Sena.AFP

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_