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La lucha contra el terrorismo internacional

"Se llevaron el Corán de la niña"

Vecinos y familiares de los detenidos critican la operación policial en la barriada ceutí del Príncipe Alfonso, de mayoría musulmana

Los familiares de los detenidos se agolpaban ayer a las puertas del Juzgado y de la Jefatura Provincial de Policía de Ceuta. Aguardaban noticias de los suyos sin saber que ni siquiera habían pasado por allí. Directamente habían sido escoltados hasta un almacén del puerto y luego embarcados hacia la Península. Mientras, sus familiares recordaban en voz alta lo ocurrido. "Echaron la puerta abajo", afirmaba Mina entre lágrimas, una de las esposas; "pensaba que eran ladrones y que venían a robarnos, pero ya ves". Muy confundida, la joven explicaba que a esa hora, las 4.30 de la madrugada, se sobresaltaron al escuchar cómo "a mazazos" rompían la puerta de su casa, en la calle Fuertes del Príncipe. "Lo registraron todo, vaciaron los armarios y comenzaron a llenar cajas. Se llevaron hasta el Corán de la niña y sus libros infantiles", en árabe y con los que aprende religión, según precisó. "Hasta fue mi hija la que tuvo que escribir el nombre de su padre en las cajas porque ellos [los policías] no sabían".

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Todos tuvieron que levantarse, los cinco niños incluidos, que vieron cómo los agentes se llevaban al padre esposado. Los golpes también despertaron a sus vecinos, entre ellos Laarbi Mohamed, que tiene un buen concepto de la mayor parte de los detenidos. Laarbi nunca había visto tanta policía cerca de su casa y cree que este despliegue fue "exagerado y demasiado preparado". "A muchos de ellos les conozco, son amigos míos y nunca se me ha pasado por la cabeza que puedan planear un atentado. Soy muy respetuoso con la justicia, pero esta noticia ha causado una gran consternación en la barriada, porque son buena gente, de verdad", dice Laarbi.

Y es que es difícil encontrar en su entorno alguien que sospechara de las actividades supuestamente realizadas por esta célula, y menos en un arrabal gigantesco como es el de Príncipe Alfonso, cuya asociación de vecinos incluso llegó a plantear hace unos meses a la Ciudad Autónoma la posibilidad de convertirse en pedanía. Pero el Príncipe es un lugar casi prohibido para quien no reside allí. Es parte de Ceuta, pero nunca ha estado integrada en ella. Incluso está algunos centenares de metros separada del resto de la ciudad, algo que en la práctica confiere a sus habitantes una sensación de aislamiento que ha favorecido que el lugar se convierta en un caldo de cultivo para el integrismo islámico.

La barriada surgió como un asentamiento de mayoría musulmana a principios del siglo XX, cuando fue habitada por obreros que trabajaban en construcciones de la ciudad. En los años 30 se pobló por soldados españoles procedentes de los destacamentos del Protectorado en Marruecos y el 1 de enero de 1939 adoptó su nombre actual, Príncipe Alfonso. Durante las décadas siguientes la barriada siguió expandiéndose y en 1964 el Ayuntamiento calculaba que en ese entorno había un millar de chabolas, un problema que persiste hoy en día a pesar de los esfuerzos de las autoridades por lograr su reordenación urbanística.

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Para el barrio del Príncipe será muy difícil, y menos ahora, desprenderse del calificativo de "enclave marginal" con el que se le identifica en un estudio sobre entornos favorables al reclutamiento yihadista realizado por dos profesores de la Universidad de Granada, Javier Jordán y Humberto Trujillo. Ambos acaban de editar un informe en el que precisamente se pone de manifiesto que el barrio, donde además de la infravivienda abunda el desempleo, el absentismo escolar y la delincuencia, se ha convertido en el escenario ideal para que prospere el islamismo radical.

Para ambos profesores, en el barrio se ha detectado un mayor control sobre los comportamientos contrarios a la moral islámica, especialmente la de inspiración salafista, y existen reclutadores yihadistas, uno de los argumentos utilizados por el juez Baltasar Garzón para firmar la orden de detención de estas 11 personas, a las que imputa un delito de integración en organización terrorista.

Según este estudio, la brecha entre comunidades religiosas y culturales se está agrandando en Ceuta, donde el 40% de su población es musulmana, factores por los que sería "mucho más fácil" la aparición de individuos en esta zona proclives "a ser captados por redes yihadistas".

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