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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Pinochet

La mayor ironía de las que nos arroja el destino se ha producido hoy. Quién diría que el más cruel de los dictadores del mundo se moriría un 10 diciembre.

Otro 10 de diciembre de 1948 comenzamos a conmemorar los derechos humanos. Hoy, en cambio, asistimos a una ceremonia más del horror con la muerte del tirano, como intentando ensuciar con su dedo a todos los demócratas del universo.

Escribo con la rabia contenida que produce la impunidad. Ésa a la que Pinochet apeló contrariando todos los principios de justicia. Esa justicia que determinados organismos judiciales chilenos dilataron y dilataron.

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Me uno desde aquí a la impotencia de los que jamás volverán a hablar, porque los asesinó; al dolor de los familiares que tendrán que arrastrar tanta ignominia; al Callejón de las Viudas de Paine (EL PAÍS, 10 de diciembre de 2006); a todos los Víctor Jara, a todos los Carmelo Soria, y a tantos que pasaron a ser XX; y al peso de cada una de las pequeñas pero grandes historias de todos aquellos a quienes infligió la más feroz de las tragedias: pisotear con descaro y alevosía todos los derechos humanos.- Selva Otero-Pizarro. Cádiz.

Hoy, Día Internacional de los Derechos Humanos, ha muerto un anciano en Santiago de Chile a los 91 años. Morir a esa edad es un privilegio con el que el destino nos premia después de jugar con nosotros. Lo descubrí siendo muy joven, cuando mis padres me colaron en un cine para ver una película para mayores de 16 años, quizá porque adivinaban en ella una gran lección vital que dice que se puede morir por pensar distinto. Tras ver aquella película de Costa Gavras, llamada Missing, comprendí el sentido de la palabra libertad y acogí a un país desconocido y lejano en mi corazón para siempre: Chile. Acabo de cumplir los 38 años y ahora soy profesor de matemáticas. Ojalá, como decía el grupo musical Asfalto, sepa enseñar a mis alumnos a amar la libertad a la vez que resuelven ecuaciones, ya que a veces la razón no basta para vivir.

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