Cooperación, pero menos
Grecia e Italia prosiguen en la recuperación de piezas 'robadas', pero difieren en sus planes
Los Gobiernos de Grecia e Italia preparan una alianza para reclamar, de forma conjunta, decenas de piezas de arte antiguo diseminadas por museos de Europa y Estados Unidos. Griegos e italianos consideran que esas piezas fueron robadas en su día o exportadas fraudulentamente, y exigen la restitución inmediata. Para Atenas, el gran objetivo consiste en recuperar las esculturas del friso del Partenón que se exhiben en el British Museum.
El ministro griego de Cultura, George Voulgarakis, anunció la semana pasada en Nueva York que había establecido contactos con las autoridades de Roma para crear un frente común. "Los italianos están muy bien organizados; cada país tiene su política y sus prioridades, pero podemos ayudarnos mutuamente", dijo al International Herald Tribune.
Un portavoz italiano subrayó ayer que, en efecto, existía cooperación, y que, en efecto, cada uno tenía su propia política. El portavoz recordó que, sólo unas semanas atrás, Francesco Rutelli, vicepresidente y ministro de Bienes Culturales, se había distanciado de las exigencias griegas. "Nosotros no reclamamos obras que salieron del país en el siglo XIX, o antes, porque no tiene sentido. Sólo aspiramos a recuperar objetos que proceden de saqueos de tumbas o de excavaciones clandestinas realizados en las últimas décadas, y que han sido vendidos y adquiridos de forma fraudulenta", dijo Rutelli.
Voulgarakis, en cambio, quiere los frisos del Partenón, que el diplomático británico lord Thomas Bruce, conde de Elgin, se llevó de la Acrópolis hacia Londres a principios del siglo XIX, cuando la Grecia moderna no existía todavía. "Se trata de una excepción, no aspiramos a vaciar los museos de todo el mundo. Pero el friso del Partenón tiene que reunirse de nuevo y debe hacerlo en Atenas", explicó.
El British Museum se ha negado durante años a negociar con las autoridades griegas, argumentando que las esculturas estaban más seguras y mejor conservadas en Londres de lo que podrían estar en Atenas. El ministro griego admitió que ese razonamiento era, hasta hace poco, bastante cierto. Los pedazos de friso que permanecieron en la Acrópolis sufrieron los efectos de la contaminación ambiental y la brutalidad de ciertos turistas. Pero eso, según Voulgarakis, ha cambiado. "El nuevo Museo de la Acrópolis ofrece las máximas garantías", aseguró.
Para dotar ese nuevo museo, Grecia aspira a recuperar las piezas del British Museum, que se quedó con lo mejor, y otros fragmentos menores en poder de los Museos Vaticanos, el Louvre de París y el Museo Nacional de Copenhague, entre otros. La Universidad de Heidelberg, en Alemania, ya devolvió en septiembre el pedazo que poseía.
Las ambiciones italianas resultan más modestas y se concentran en dos docenas de piezas, todas en el Museo Getty de Los Ángeles. El Gobierno de Roma, que ya ha negociado con éxito la devolución de obras en poder de otras instituciones estadounidenses, exige sobre todo la Venus de Morgantina, hallada en 1979 en unas excavaciones clandestinas en Sicilia, y el Atleta de Lisippo, encontrado en 1964 por unos pescadores frente a las costas de Pesaro.
Para el ministro Rutelli, no existe ninguna duda de que ambas esculturas fueron sacadas ilegalmente de Italia. "Apelo a la moralidad del Museo Getty, que ha de saber muy bien cómo consiguió esas piezas", dijo el 23 de noviembre. Pero los responsables del Museo Getty no quieren ni hablar de restituir esos tesoros. Desde mediados de noviembre, las relaciones entre la institución californiana y el Gobierno italiano están rotas.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.