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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Regreso al carlismo

Antonio Elorza

Profesor en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París, Jordi Canal cuenta en la última década con una importante bibliografía en torno al carlismo español. Su Historia del carlismo, publicada en 2000, ha sido reeditada no hace mucho en una colección de gran tirada. Proporcionaba ya una notable visión de conjunto acerca de la historia de 170 años de ese peculiar movimiento antirrevolucionario, conjugando una notable capacidad para proporcionar explicaciones sobre la trayectoria político-social con una precisión en aspectos concretos que daba fe de la intensidad de la labor investigadora. Su única laguna apreciable consistía en olvidar que en sus andanzas radicales el Partido Carlista tomó parte en 1986 en la fundación de Izquierda Unida.

BANDERAS BLANCAS, BOINAS ROJAS. Una historia política del carlismo, 1876-1939

Jordi Canal

Marcial Pons. Madrid, 2006

355 páginas. 24,96 euros

Ahora Canal nos ofrece con

Banderas blancas, boinas rojas una ampliación sustancial de los capítulos que en la Historia del carlismo se ocupan del periodo comprendido entre la restauración de los Borbones y el estallido de la Guerra Civil. El nexo entre ambas obras es estrecho, hasta el punto de que muchos párrafos de la segunda citada se encuentran incorporados sin modificación alguna al libro ahora publicado. La visión de conjunto, en consecuencia, permanece y lo que se aporta es un considerable enriquecimiento en el análisis de los distintos avatares que va presentando la historia, bastante procelosa por cierto, del movimiento legitimista español. Canal profundiza en algunos de los aspectos menos conocidos del movimiento carlista, como sus formas de sociabilidad y la intensidad de su propaganda, algo que ya llamó la atención de Miguel Artola hace años. En ese plano, algunas personalidades, como el marqués de Cerralbo o el dirigente y editor Luis M. de Llauder, adquieren un relieve propio, hasta el punto de que el relato de Canal consigue fundir la biografía política personal con la historia política de la organización. Resultan asimismo muy valiosas la puesta en tela de juicio de la estimación del carlismo como precatalanismo y la indagación sobre la naturaleza del movimiento, a través de su enlace con la realidad -la familia troncal como agente de transmisión de valores- y la mitificación de la institución familiar. El capítulo sobre el carlismo como "gran familia" es tal vez el más sugerente de la obra, desde el ángulo de la interpretación histórica, si bien no cabe olvidar las pequeñas monografías consagradas a su dimensión de religión política ("festejando el martirio") y al papel desempeñado por el padre Tusquets en la satanización de la masonería.

Dada la configuración de la obra, los huecos eran inevitables. El lector se queda con ganas de una ampliación en temas como la relación entre carlismo y sindicalismo amarillo en Barcelona, o de un tratamiento monográfico de otra relación omnipresente, entre carlismo e Iglesia. En suma, un excelente libro.

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