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Reportaje:Fútbol | La crisis de la selección española

Un vestuario angustiado

Mientras los jugadores más leales, con Torres a la cabeza, defienden a Luis, otro sector airea sus críticas en privado

Diego Torres

En medio del desierto murciano de Torre Pacheco surge el agua a borbotones y los campos de golf de la constructora Polaris World. El origen de tanta agua en el secarral es sorprendente, igual que la presencia de la selección española en un lugar tan alejado del público que lo acoge. Tras la derrota en Suecia (2-0), la federación ha buscado el aislamiento que le proporciona un majestuoso hotel salido de la nada junto con un pueblo entero de casitas idénticas en las que no habita nadie. Allí se encuentra el seleccionador, Luis Aragonés, temeroso del partido que jugará mañana su equipo contra Argentina y de los jugadores que le rodean. El clima de la concentración está enrarecido por la desconfianza mutua. Surgen grupos de oposición. Por un lado dan la cara los futbolistas leales, los menos, y por otro se repliegan los que esperan impacientes un cambio de técnico para resolver de la manera más rápida, y más fácil, una crisis que los deja en evidencia y los incomoda.

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Fernando Torres es la figura que más cabalmente surge como defensor de Luis Aragonés. El delantero del Atlético se limita a pedir un reparto de responsabilidades que equipare a los jugadores con el entrenador. "En un equipo los responsables somos todos", dijo ayer; "las culpas deben repartirse a partes iguales". Alineados junto a Torres destacan Sergio Ramos y Casillas. El sevillano también se mostró partidario de apoyar al técnico, aunque prefirió no señalar culpables entre los futbolistas: "Estamos más que nunca con el míster. Cuando estamos todos, estamos todos y nada más. Nosotros estamos a gusto con Luis y él es el más adecuado para exprimirnos al máximo".

El sentimiento de desamparo es el más extendido en el hotel de España. En el salón de la entrada suele sentarse Luis Aragonés con sus colaboradores a cavilar sus temores. "Hemos tenido muy mala suerte", se lamentan, repasando mentalmente las derrotas de Belfast, ante Irlanda del Norte (3-2) y Estocolmo. El técnico piensa que, en las condiciones actuales, Argentina es un rival peligroso. Y mucho. Una derrota podría desencadenar una situación que haría insostenible su pulso con el presidente de la federación, Ángel María Villar. Éste, mientras tanto, voló de Estocolmo a Madrid en la madrugada del domingo, sin bajarse en Murcia con el resto de la expedición. Así que, de él nada se sabe por Torre Pacheco. El último recuerdo que tienen de Villar los jugadores es el de un hombre completamente dormido nada más salir de Suecia, acurrucado sobre dos asientos del avión. Sumido en un sueño profundo y placentero.

El caso de Luis Aragonés es menos tranquilizador que el del presidente federativo. El seleccionador mira el panorama que tiene alrededor con ojos de jugador de póker. De una parte sabe que cuenta con el apoyo de un grupo de jóvenes. También repite que él sabe que hay veteranos "que no están con el entrenador". Estos futbolistas piensan que la selección no sabe a qué juega desde antes de llegar al Mundial. Ni ellos se sienten convencidos de lo que deben hacer, ni ven seguros a los demás cuando salen al campo. Fuera de micrófonos tienden a señalar la responsabilidad del técnico como causa principal de los problemas. "Estamos esperando a ver qué pasa", decía un futbolista español ayer, con tono preocupado. "Nunca me he encontrado en una situación similar".

La mayoría de la selección contempla el partido contra Argentina como un despropósito. Luis García, que junto a otros suplentes de Estocolmo podría ser titular, piensa que la ocasión no es tan inoportuna. "Este amistoso puede servir para demostrarle al público que podemos ser una selección importante. Ganarle a Argentina puede dar que hablar".

Torres se muestra contrario al oportunismo de quienes critican el nivel de la plantilla actual. "Éste es el mismo bloque que ganó los dos primeros partidos del Mundial, jugador más, jugador menos. Sólo tenemos que alcanzar el nivel que tuvimos entonces", aseguró el delantero del Atlético.

"En estas situaciones difíciles es cuando Luis más se crece", aseguró Torres. "Él está seguro de sacar esta situación adelante. Nos ha dicho que él se siente con ganas y con fuerza".

Los futbolistas viven al amparo de la crisis, esperando una pronta resolución y sin que nadie les pida cargar con cuentas de ninguna clase. El protagonismo que acumula el seleccionador les permite evitar los focos. No hay otro tema de conversación más demandado que el que trate sobre el técnico. "Tal vez", ponderó Torres, "el partido no llega en el mejor momento, pero no creo que la continuidad de Luis dependa de un amistoso".

De cara a ese amistoso, en la concentración de la selección española ocurren cosas tan extrañas como que ayer el equipo hiciera 70 kilómetros para entrenarse una hora. Al llegar al campo, junto a las colinas que rodean La Manga del Mar Menor, los jugadores se bajaron del autobús para encontrarse con un recibimiento festivo. Al revés del ambiente que se respira dentro del autobús, fuera parece que circula más el aire. No hubo demostraciones de euforia pero tampoco faltó la expectación. Unos 1.500 aficionados, en su mayoría adolescentes y niños, acudieron sin más esperanza que poder ver en vivo a los personajes que integran el equipo nacional. La hinchada no pide mucho. Por no pedir, no reclama triunfos, ni buen juego, ni autógrafos, ni sonrisas, ni gloria. La gente se conforma con ver las caras largas de los jugadores practicando con el balón y, a un costado, al técnico, Luis Aragonés repasando el panorama en silencio, con la mirada asomándose por encima de la montura de las gafas.

Luis Aragonés, durante el entrenamiento de ayer de la selección en La Manga del Mar Menor.
Luis Aragonés, durante el entrenamiento de ayer de la selección en La Manga del Mar Menor.EFE

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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