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AL VOLANTE | PRUEBA
Columna
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Mejor en carretera

El S80 es un coche nuevo, pero mantiene el estilo y unas medidas similares al anterior. En cambio, aporta una calidad superior y las innovaciones tecnológicas de las berlinas de lujo: radar antichoque, detección de obstáculos en ángulo muerto, suspensión inteligente, asientos con calefacción y refrigeración, faros bixenón direccionales y otros detalles, la mayoría opcionales. Y destaca también el acceso y arranque sin llave, muy práctico en el uso diario, porque evita sacar el mando para ponerlo en marcha.

Cinco cilindros turbodiésel

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Elegancia discreta, con lo último en seguridad

La versión D5 equipa la última evolución del motor 2.4 turbodiésel de Volvo, ahora con 185 CV. Este propulsor moderno y compacto de cinco cilindros en línea va situado en posición transversal para ganar espacio interior y se ofrece con un cambio automático de seis marchas que es una de sus mejores aportaciones: funciona con tal rapidez y suavidad que apenas se notan los cambios, y lleva un segundo carril a la derecha para accionarlo de forma secuencial con un toque de palanca, lo que en la práctica permite disfrutar todas las ventajas de las cajas manuales.

El conjunto mueve muy bien el peso, adelanta con brío y ofrece unas prestaciones brillantes que permiten viajar con gran soltura en cualquier trazado. Sin embargo, la conducción en ciudad no está tan lograda, porque el S80 D5 resulta algo áspero en las marchas cortas o al menos no es tan fino y silencioso como otros turbodiésel de la competencia. Y también tarda un poco en responder al acelerador, un detalle que se aprecia sobre todo en el tráfico urbano y apenas se nota en carretera una vez lanzado. Pero al margen de estos matices, los consumos son correctos para su tamaño: gasta unos nueve litros en conducción suave y sube a once en ciudad y si se apura más la mecánica.

Una buena suspensión de serie

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La unidad de pruebas montaba la suspensión de serie y las llantas de 18 pulgadas opcionales (1.620 euros), un cóctel recomendable si se quiere disfrutar más el coche: aporta unas reacciones más ágiles y precisas en zonas viradas y reduce al mínimo los balanceos laterales. Y en trazados más amplios y autopista aumenta también el aplomo sin penalizar el confort.

El resultado es un coche muy agradable para viajar que se conduce con la punta de los dedos y tiene unos mandos suaves y refinados. Pero sobre todo ofrece una estabilidad sorprendente, porque cuenta con una dirección precisa e impecable, entra muy bien en los virajes sin apenas mover el volante y se agarra de maravilla. Es muy ágil también en curvas enlazadas y no transmite la sensación de pesadez y las inercias de otros coches grandes. Y los frenos, potentes y seguros, paran con contundencia y equilibrio. El conjunto se completa con los sistemas de ayuda a la conducción, como el control de estabilidad DSTC, y puede incluir como opción las soluciones más avanzadas.

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