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Análisis:Fiestas de La Blanca
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

De escaleras mecánicas

Antes de visitar Praga pensaba que Kafka era un autor de literatura fantástica. Pero, la realidad suele superar la ficción. Los laberintos del checo no son superiores al modelo que le ofrecía su ciudad natal. Y el castillo, semioculto por la niebla o perfilado contra un cielo gris en la colina cubierta de nieve, es una presencia ominosa, inquietante y cuyo centro parece tan inaccesible, como en su obra. Los praguenses atajan utilizando las galerías cubiertas que cruzan la parte antigua. El forastero, en cambio, tiene que seguir la vía más larga de las calles principales, o perderse sin remedio. Se necesitan bastantes paseos para conocer los pasajes, las galerías, los túneles de su capital. Como no transitan automóviles, los pasos, en los días de niebla, producen un eco fantasmal. De pronto se desemboca en un patio abierto rodeado de escaleras exteriores y de amplios miradores.

No me imagino al 'pretendiente' sin su boina roja, ni siquiera en primavera

El pintor de El proceso podría morar perfectamente detrás de una de las ventanas del último piso. No sé si Franz K. ideó menos de lo que comúnmente se piensa. La imaginación de un escritor no consiste, aparentemente, en inventar de la nada. Si Ken Follet volviera a la catedral vieja, en fecundo periodo de obras, se encontraría con otro novelón. Y, pronto, muy cerca, escaleras mecánicas que guiarán a las calles de un Casco Viejo metamorfoseado y quizá dejado de la mano de todos. Un saco sin fondo, donde se entierran euros por un tubo, sin que aparezca el tesoro.

Ciertamente, las fiestas no son los mejores días para visitar el Museo de Naipes ni, un poco más abajo, el Artium. Tampoco hacer un maratón cervecero con Bohumil Hrabal cerca de Los Arquillos o las plazas del Matxete y Burullerías, ni acercarse al palacio de Montehermoso o al Museo de Arqueología, por no decir el de Ciencias Naturales en la torre de doña Otxanda y los alrededores de la citada Santa María. Con evocadores nombres de cantones y comercios que desean despegar.

Como Praga queda lejos y los eslovacos son pobres, conviene recordar que su puente de Carlos pone en comunicación el barrio de Malá Strana con la ciudad antigua (Staré Mesto). Y, para nosotros, el puente de la calle Castilla, tan azul, nos adentra en el cogollo urbano de la gran Avenida y del núcleo comercial. No me imagino al pretendiente sin su boina roja, ni siquiera en primavera. "Opá", si he visto a más de un Milan Kundera en su "corralito" entonando vitorianadas con arreglos bocheros. Todo con tal de subir en unas escaleras mecánicas que, algunos, siguen sin saber a donde conducen... Tampoco sé si nació en Chequia o en Eslovaquia, pero Karl Kraus que nos legó Contra los periodistas, dejó escrito: "Aparentar tiene más letras que ser". Acabo de caer en la cuenta de que apenas he comentado nada de la baja entrada en la nueva plaza de toros, de los espectáculos teatrales y pirotécnicos, del ambiente en las txoznas... La verdad, los años no perdonan y hubiera preferido estar de vacaciones, viajar por otros mundos, para mí, desconocidos. El viaje es aventura.

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