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Reportaje:Otras formas de comunicarse

"Ya no van al patio durante el recreo"

Padres y educadores ignoran cómo enfrentarse a un fenómeno que está cambiando la comunicación entre jóvenes

Guillermo Abril

"Los niños ya no bajan al patio durante el recreo. Aprovechan los descansos para hablar por el messenger entre ellos mismos o con sus amigos de otros colegios. ¡Están obsesionados!". Cristina Mochales, de 27 años, es profesora de un centro concertado en el que permiten a los alumnos utilizar las aulas multimedia durante sus horas libres. Ha sido testigo de cómo, cada vez más, los chavales se despiden con un "nos vemos en el messenger" al acabar la jornada escolar.

Expertos, educadores y padres no saben aún si acoger o censurar esta revolución que transforma las costumbres de los más jóvenes. "El messenger cambia la forma de relacionarse, pero eso no tiene por qué hacer saltar la alarma. Es sólo un paso más, de tantos otros que ya se han dado en el mundo de las comunicaciones", explica Celso Arango, jefe de la Unidad de Adolescentes del Departamento de Psiquiatría del Hospital Gregorio Marañón.

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"El peligro está en que llegue a suplir el contacto directo cara a cara entre los chavales. Por eso es importante acotar su uso y establecer ciertos límites", asegura este psiquiatra, que se confiesa "absolutamente tecnologizado".

Desde MSN España sostienen que la mensajería instantánea no es más que un complemento a la comunicación directa: "El messenger es una herramienta que te va a permitir después tener una relación más profunda con las personas", explica Íñigo Asiaín, del área de marketing y consumo de la compañía. Lucía Navarro, estudiante universitaria de 20 años, comparte este punto de vista: "Es perfecto para quedar y hacer planes con los amigos". Lucía utiliza el MSN casi todos los días, sobre todo después de cenar, y en muchas ocasiones para hacer trabajos en grupo de la universidad. "Es mucho mejor que estar colgado horas y horas por el teléfono", reflexiona, "pero en ningún caso sustituye el cara a cara. Es un complemento a la comunicación, no una alternativa y al final acabas viendo más a la gente"

No todos opinan igual y algunos optan por censurar el uso de la mensajería instantánea. Es el caso de Fernando Montero, profesor de informática de 37 años, que ha prohibido en su casa -y en sus clases- el uso del messenger "de forma premeditada y consciente". Prefiere que sus hijos de 10 y 12 años "se acostumbren a ver el ordenador como una herramienta de trabajo", aunque confiesa que no ha utilizado la mensajería instantánea más que en un par de ocasiones, e incitado por sus propios alumnos del Ciclo Superior de Aplicaciones Informáticas. "Me gusta que mis hijos queden en persona con sus amigos, que viven a cinco minutos", explica.

Javier Bravo, también educador de informática en un aula que abre al público de forma gratuita, está convencido de que la mayoría de padres que prohíben el messenger lo hacen por desconocimiento. "Cuando los adultos se apuntan a nuestros cursos y conocen la mensajería instantánea, al final les encanta", cuenta este psicólogo de 30 años. Muchos de los alumnos que acuden a su escuela lo hace para chatear con sus amigos, así que no cree que tenga sentido prohibirlo. "Prefiero dejar que lo utilicen y engancharles con el messenger para enseñarles otras herramientas informáticas", dice.

En su línea se encuentra Fernando Rivillo, profesor de informática de alumnos de primaria y secundaria: "La mensajería instantánea es una herramienta interesante y los chavales deben conocerla. Pero en clase es mejor limitar su uso porque si no se distraen", asegura. "Además, la mayoría se desenvuelve en el messenger perfectamente, sin necesidad de ayuda". Él mismo, con 55 años, habla todos los días con sus hijos, sobre todo con uno que vive en Inglaterra. "¿Es o no es una maravilla?", concluye.

Un grupo de alumnos trabaja en clase con el ordenador.
Un grupo de alumnos trabaja en clase con el ordenador.

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Sobre la firma

Guillermo Abril
Es corresponsal en Pekín. Previamente ha estado destinado en Bruselas, donde ha seguido la actualidad europea, y ha escrito durante más de una década reportajes de gran formato en ‘El País Semanal’, lo que le ha llevado a viajar por numerosos países y zonas de conflicto, como Siria y Libia. Es autor, entre otros, del ensayo ‘Los irrelevantes’.

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