Crítica:

La mirada moderna

La mirada moderna no se ha extinguido o, por lo menos, no se ha extinguido para Magdalena Correa y Marisa González, dos artistas que aunque están separadas por la edad, el origen, la formación y la experiencia comparten sin embargo una actitud común ante el arte fotográfico que puede calificarse sin excesiva violencia interpretativa de moderna. Moderna por archivística y/o serial: el trabajo de ambas se ha articulado siempre en torno a proyectos centrados en un asunto o en un tema que se aborda sistemáticamente con el fin de producir una serie entera de imágenes dedicadas al mismo. Los resulta...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

La mirada moderna no se ha extinguido o, por lo menos, no se ha extinguido para Magdalena Correa y Marisa González, dos artistas que aunque están separadas por la edad, el origen, la formación y la experiencia comparten sin embargo una actitud común ante el arte fotográfico que puede calificarse sin excesiva violencia interpretativa de moderna. Moderna por archivística y/o serial: el trabajo de ambas se ha articulado siempre en torno a proyectos centrados en un asunto o en un tema que se aborda sistemáticamente con el fin de producir una serie entera de imágenes dedicadas al mismo. Los resultados de estas acometidas metódicas se titulan en el caso de González La fábrica o Lemóniz, que son series de imágenes tanto analógicas como digitales, tanto fotográficas como videográficas, que tienden a agotar sus respectivos temas: la demolición de una antigua fábrica de pan en el corazón de Bilbao y la demolición de Lemóniz, la central nuclear construida en la localidad vasca de ese mismo nombre, que, por razones ante todo políticas, nunca llegó a funcionar. De hecho, las fotos y el vídeo incluidos en la exposición Naturaleza agredida son la última o por lo menos la más reciente entrega de los logros de la exhaustiva exploración a la que Marisa González viene sometiendo la demolición de esa central. En el caso de Magdalena Correa, los equivalentes de esta misma estrategia son Museo -colección de fotos en blanco y negro que literalmente diseccionan la arquitectura neoclásica del Museo de Bellas Artes de Santiago de Chile- o The World Trade Center/El viaje, una serie de fotografías a color, así como de vídeos y cajas de luz, que cumplen el mismo empeño con respecto al puerto de Barcelona.

MAGDALENA CORREA

CaB

Saldaña, s/n. Burgos

Galería Estiarte

Almagro, 44. Madrid

Hasta el 18 de julio

MARISA GONZÁLEZ

Galería Aele-Evelyn Botella

Puigcerdá, 2 Madrid

Hasta el 27 de julio

La modernidad de la mirada de estas dos artistas se nota también en la forma en que abordan y resuelven el problema de resignificar o revaluar asuntos o motivos completamente absorbidos por el prosaísmo de un mundo desencantado como lo son de hecho las fábricas o los puertos. Si los temas son comunes y corrientes, no lo son, en cambio, las imágenes que Correa y González elaboran de los mismos, todas ellas producto de una mirada que busca deliberadamente el punto de vista o el ángulo de visión más insólito. Más inesperado, más sorprendente.

Con todo, la mirada moder-

na, como el proyecto entero de la modernidad, ya no puede seguir siendo fiel a sí mismo, aun cuando se quiera con todas las fuerzas. Esa mirada, ese proyecto ya no son hegemónicos y esa subordinación o esa represión si se quiere se notan en la contaminación que los invade. De allí que no sorprenda que tanto Austral como Naturaleza agredida compartan la misma desilusión ante la fe en el progreso y el mismo lamento por la destrucción de la naturaleza causada por el proyecto científico-técnico característico de la modernidad. En Austral la Patagonia chilena revela todos los signos de una catástrofe medioambiental. Y en Naturaleza agredida, queda en evidencia la destrucción de un paraje de una naturalidad probablemente irrecuperable.

Archivado En