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Polémico recuento en México

Un político curtido

Calderón va a tener que emplear a fondo su capacidad negociadora para gobernar

Felipe Calderón suele decir que nació "prácticamente" en el Partido Acción Nacional (PAN). Y casi en sentido literal: embarazada de siete meses, allá por 1962, su madre repartía propaganda de esa formación en Morelia, capital del Estado de Michoacán, y apoyaba a su marido, Luis, en la quijotesca aventura de construir una fuerza de oposición al entonces férreo régimen del PRI, que rigió los destinos de México entre 1929 y 2000.

Los Calderón vivían modestamente en una casa hecha "a pura hipoteca". Toda la familia respaldaba al progenitor cada vez que, inasequible al desaliento, aceptaba presentarse como candidato a diputado sabiendo que no tenía posibilidades. Los cinco hijos puebleaban con él en los mítines y por las noches salían a pegar propaganda. Cuando no los perseguían los priístas, lo hacía la policía. A Felipe lo detuvieron con 12 años. Fuera de sus tempranas correrías políticas, el pequeño de los Calderón jugaba al voleibol y participaba en tareas de alfabetización en las aldeas michoacanas.

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Don Luis, profesor, católico y humanista, no llegó a ver la culminación de su sueño: en 2000, el PAN desalojó al PRI del poder. Y hoy, rozando los 44 años, su hijo es el virtual presidente de México. A pesar de su juventud, Calderón está muy curtido en la brega política. Entre 1993 y 1999 fue secretario general y luego presidente del PAN, que registró en esa etapa el mayor crecimiento de su historia. De su paso por la vicepresidencia de la Internacional Democristiana guarda una buena relación con Josep Antoni Duran i Lleida.

Licenciado en Derecho y con una maestría de Administración Pública en Harvard, Calderón ha sido diputado federal y secretario de Energía en el Gobierno de Vicente Fox. En 2005 se impuso a la dirección de su partido al ganar en las primarias la candidatura presidencial, como ya en 1996 había desafiado a sus mayores al lograr la jefatura del PAN. Por eso se compara con el "hijo desobediente", personaje de un corrido que solía cantarle su madre.

De Felipe Calderón sus allegados destacan la inteligencia y un "sorprendente olfato político". Pero quizá su virtud más reconocida sea la capacidad negociadora. Con una máxima ("en las disputas humanas nadie tiene la razón absoluta") logró, como coordinador parlamentario, aunar importantes consensos. Tiene empatía, "sabe escuchar y entender", dicen sus colaboradores. Un rasgo que va a ser fundamental a partir de ahora, con un Legislativo dominado por el PAN, pero sin mayoría absoluta.

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