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Música para después del 'apartheid'

Cantantes e intérpretes de Suráfrica actúan en el Festival La Mar de Músicas de Cartagena

Se cumplen 30 años de la revuelta de Soweto, comienzo del fin para el abominable régimen del apartheid que discriminaba a la población negra. Y hace 20 que Paul Simon grabó su disco Graceland y salió de gira con artistas en el exilio como la cantante Miriam Makeba o el trompetista Hugh Masekela.

Cantantes como Thandswa (14 de julio) y Simphwe Dana (mañana), el pianista Abdulah Ibrahim (10 de julio), las veteranas Mahotella Queens (12 de julio), el histórico Johnny Clegg (mañana) o el Soweto Gospel Choir (20 de julio) participan en el festival La Mar de Músicas, por donde ya han pasado Lucky Dube y Miriam Makeba.

En 1986, Graceland permitió descubrir la vitalidad de la música de los barrios negros de Suráfrica. Llegaban a las tiendas recopilatorios con los ritmos del mbaqanga o township jive, y Johnny Clegg, el llamado "zulú blanco", que desafiaba las leyes de segregación racial con su grupo mixto, copaba el número uno de las listas europeas con Asimbonanga. Nelson Mandela estaba en Robben Island: llevaba un cuarto de siglo en la cárcel. El 11 de junio de 1988, en el estadio de Wembley, en Londres, se celebró un homenaje a aquel Mandela desconocido aún para muchos de los 70.000 espectadores que acudían al reclamo de Sting o Simple Minds. Televisado a más de 50 países, pese a las protestas del Gobierno de Pretoria, el concierto fue visto por 1.000 millones de personas. "Hasta que no seas libre, no habrá hombre, mujer o niño que lo sea", dijo Stevie Wonder.

Simon tuvo problemas por romper el boicoteo cultural al régimen racista. Paradójico: se negaba el visado a los músicos negros, por lo que se trataba igual a opresores y oprimidos. Al final de cada concierto, los 26 músicos cantaban Dios bendiga a África, el himno del Congreso Nacional Africano (ANC), el partido de Mandela, Sisulu y Tambo.

Johanesburgo: la más poblada de las ciudades surafricanas y su mayor centro financiero, comercial e industrial. El minero George Harrison descubrió oro en 1886 y la ciudad surgida de la nada creció de forma imparable. A unos kilómetros se encuentran los municipios satélites de Soweto o Alexandra, townships donde se confinaba a la población negra y que se erigieron en símbolos y focos de resistencia contra el abominable apartheid. El antaño próspero centro es tierra de nadie en cuanto cae el sol. Ni un blanco camina por las calles de la que se considera una de las ciudades más peligrosas del mundo. A partir de 1994 -Mandela fue elegido presidente en las primeras elecciones multirraciales- la población blanca emigró hacia suburbios del norte. Y muchas familias tenían preparadas las maletas para abandonar el país.

En Newtown, donde se intenta desarrollar un eje cultural, está el Bassline, que dirige Brad Holmes. "Creemos en la música" es el lema de esta sala de conciertos, ante la que hay una estatua de la temperamental Brenda Fassie (1964-2004), la Madonna de los guetos: un icono tanto por sus éxitos como por los escándalos. El Bassline original, de dimensiones mucho más modestas, pero ya de vocación multirracial, abrió sus puertas en 1994 y en él se presentaron el saxofonista Zim Ngqawana, el guitarrista Jimmy Dludlu o el fallecido pianista Moses Taiwa Molelekwa.

En 1939, Gallo, discográfica fundada hace 80 años, publicó Mbube, con permiso de Pata pata, la melodía surafricana más popular. En 1962, Los Tokens -tras descubrirla en un disco de Los Weavers de Pete Seeger- la grabaron con el título de The lion sleeps tonight. Walt Disney la incluiría más tarde en El rey león. Generó millones de dólares, pero su autor, Solomon Linda, murió tan pobre que su viuda no pudo ni comprar una lápida.

Thami Maswanganyi, de Gallo, explica que el 85% de los ingresos provienen de la música inglesa y estadounidense "porque el 15% de la población con dinero es básicamente blanca y negra de clase media. Los pobres sólo pueden comprar una bolsa de patatas".

Estudios Downtown: de sus paredes cuelgan discos de platino de Ladysmith Black Mambazo, el grupo vocal que se dio a conocer con Paul Simon, y de Lucky Dube. Y hay fotos de Tananas, African Jazz Pioneers, Mahlathini y Mahotella Queens o Soul Brothers. Allí está grabando su segundo disco la joven Simphiwe Dana. "No podemos pretender que lo que sucedió no nos ha marcado", afirma. Las fotografías de Peter Magubane -le dispararon, le rompieron la nariz y estuvo encarcelado 586 días- mostraron al mundo la brutalidad de lo que sucedía en los guetos. Se queja: "Nos llaman de universidades y escuelas de todo el mundo para que contemos nuestra historia, pero aquí no les interesa".

En junio de 1990 regresó de un exilio de 30 años Miriam Makeba. En el aeropuerto de Johanesburgo, temprano por la mañana, Brenda Fassie cantó N'kosi sisekele (himno del ANC y hoy de la República Surafricana). Lágrimas, muchas lágrimas. Parece un milagro que no haya habido un baño de sangre en la rica Suráfrica. Cuando Mandela salió de la cárcel había una minoría blanca armada hasta los dientes. Y una mayoría negra que había padecido las peores vejaciones. "Nuestros líderes nos enseñaron la paciencia y el perdón", asegura Miriam Makeba, que canta África es el lugar al que pertenezco. Negros o blancos, pero africanos, todos surafricanos.

Soweto Gospel Choir.
Soweto Gospel Choir.

Voces de gacela

Son estrellas de la primera generación post-apartheid. Thandiswa, de 30 años, es la cantante de Bongo Maffin, grupo pionero del kwaito -vigoroso híbrido urbano de hip hop, r&b, house, ragga y raíces zulúes-. Zabalaza, título de su primer disco, significa rebelión. "Empiezo a estar harta con lo de la 'nueva Suráfrica', esa idea de que vamos a fabricarnos un culo nuevo", dice riendo. Simphiwe Dana tiene 26 años y por Zandisile, que acaba de entrar en la lista europea de músicas del mundo, recibió los premios SAMA (South African Music Awards) al mejor disco de jazz vocal y como cantante revelación -Thandiswa se llevó los de mejor artista femenina y mejor disco africano contemporáneo-. "La música es energía y espiritualidad. La puedes sentir igual en una iglesia que sobre un escenario", afirma. Podrían ser las nietas de Miriam Makeba. A Thandiswa se la compara con Lauren Hill y a Simphiwe con Erykah Badu, aunque sus voces son únicas. Las dos escriben canciones sobre sus sueños y los de su comunidad. Están orgullosas de su cultura y de su condición de mujeres negras, son mamás -Thandiswa de Malaika y Simphiwe de Zazi y Phalo- y genuinamente surafricanas.

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