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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Universo en expansión

Autobiografías ajenas es un libro ineludible de Antonio Tabucchi, en el sentido de que es prolongación y, en algún caso, complicación de algunos de sus libros anteriores. Está escrito, podría decirse, como una ofrenda al lector ideal, y con el fin de propagar la devoción literaria. De hecho, utiliza tácticas propias de la propaganda, por ejemplo, la repetición de consignas no necesariamente justificadas, pero sugerentes. La más conspicua, sin duda, es la atención al valor de la mentira, que "sirve para definir los confines de la verdad", dudoso instrumento para medir la relación entre la literatura y la vida. Otro aspecto que repercute en sus páginas es la experiencia que suscita la lectura: el reconocimiento de vivencias personales, la identificación del lector al verse reflejado en algún personaje. Tabucchi, como sin duda otros autores, recibe cartas de lectores que, atónitos y de buena fe, le confiesan que con la creación de tal personaje ha contado su historia. Este contraste de espejos es común, y el escritor es el primero en saber que la vida de un hombre es la vida de todos. Tabucchi mantiene una actitud romántica, de perplejidad; cree en la inspiración y, por tanto, en los beneficios de las visitas. ¿Y no es la carta una visita? ¿Y no es un equívoco cualquier identificación, la del lector e incluso la del autor?

AUTOBIOGRAFÍAS AJENAS

Antonio Tabucchi

Traducción de Carlos Gumpert

Anagrama. Barcelona, 2006

143 páginas. 13,50 euros

Cuando un autor habla de su

obra, recrea su zona más oculta, y hay que suponer que la recreación es fruto de la carencia, de lo inconcluso; también de la conciencia de que un libro, como se apunta por algún sitio, es un "pequeño universo en expansión". Tabucchi recompone el origen de Réquiem en los mismos lugares en que fue concebido; escudriña el primer latido de lo que luego sería el personaje de Pereira; vuelve a los parajes de Dama de Porto Pim para reproducir una conversación, semejante a la que produjo aquel relato, que, a manera de confidencia, en esta ocasión decide "no escribir"; merodea por los bordes ardientes de Se está haciendo cada vez más tarde, registrando la imprecisión de toda identidad, la calamidad de decir "yo", que no sólo es "otro", sino también "él", partícula que acaso remite al lector anónimo que cree que su experiencia sustenta los designios de la escritura. Autobiografías ajenas se propone como un catálogo de "falsas memorias y de falsas voluntades". A medio camino entre la reflexión teórica y la revelación íntima, debería orientar al lector fervoroso de la obra de Tabucchi. Y tal vez oriente, pero sin suministrar seguridad. La literatura nunca garantiza nada.

A Tabucchi le sobrecogen las incógnitas, pero se encuentra muy a gusto en ellas; su escritura propende a conformar historias donde el malentendido, o el equívoco, fortalece las vivencias, a sabiendas de que carecen de capital social, más allá del crédito que cada uno les concede. Una obra literaria, dice Tabucchi, atañe a "las vivencias de quien la ha escrito", pero no se corresponde con "las características de la autobiografía". De modo que el autor, al leer su propia obra e indagar en la causa que le llevó a escribir una concreta historia, añade una especulación, o bien escribe otra historia, desprendida de la anterior, y ambas se complementan y anulan sin concluir jamás. Así que resplandece, de nuevo, la incógnita, o en la enunciación de Tabucchi, "hipótesis vagabundas, nómadas y sobre todo arbitrarias, para las que no hay filología alguna", que justamente es la materia que conforma este libro, por lo demás tan hermoso como ensimismado y teológico.

Antonio Tabucchi visto por Tullio Pericoli.
Antonio Tabucchi visto por Tullio Pericoli.

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