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Columna
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Elogio de la huerta

A pesar de ser ésta una comunidad autónoma con acreditada tradición industrial, fuertemente orientada al turismo y a los servicios, y en la que la agricultura ya hace tiempo que supone tan solo una parte proporcionalmente pequeña del PIB, no cabe la menor duda de que la huerta sigue siendo nuestra principal referencia simbólica. Por alguna razón que desconocemos ésta permanece intacta en el imaginario colectivo de los valencianos, totalmente enraizada en lo más profundo de su memoria histórica.

No podría explicarse de otro modo que el nuevo conseller de Territorio aludiera, en su toma de posesión, a la necesidad de promover un "urbanismo sandía" (verde por fuera, pero rojo como el corazón por dentro) según él mismo lo definió a modo de filosofía programática. Reconozcamos que, como titular de prensa, nadie puede negar la eficacia de la frase (yo mismo estoy escribiendo sobre ello). Por algo se trata, según afirman muchos, del conseller "mediático" por excelencia.

Lo curioso del asunto, sin embargo, es que un conseller tan moderno, tan de su tiempo, tan adicto a Internet, y tan buen conocedor de las tecnologías de la información, no hablara de urbanismo sostenible, inteligente, racional, de calidad, etc. adjetivos todos ellos mucho más en la onda de lo que se lleva por la parte de California o Massachussets, territorios indiscutibles del software y de la economía del conocimiento, sino de "urbanismo sandía". Y justamente en un lugar en el que las sandías hace tiempo que dejaron de cultivarse a causa precisamente del urbanismo escasamente compasivo que ha proliferado por estas tierras hasta la llegada de Pons.

Ya Mariano Rajoy, su jefe político, se refirió en su día, en afortunada metáfora pionera, a la apertura del "melón territorial" al criticar lo que Zapatero estaba haciendo (de manera irresponsable, como siempre) con el Estatuto catalán. No se trata pues de una expresión totalmente innovadora. Pero reconozcamos que ésta al menos nos ha proporcionado un pequeño aliciente para el comentario ligero a la hora del café, en medio de una remodelación tan sorpresiva como endogámica.

También es verdad que si hubiera utilizado palabras de mayor enjundia conceptual alguien hubiera podido percibir una velada crítica a su antecesor en el cargo, lo que no sería pertinente, políticamente hablando, a pesar de que no existe otra forma de interpretar lo ocurrido, por muchas vueltas que se le quieran dar.

Porque si la remodelación es para dar un "nuevo impulso" al Consell, como dijo el president, es evidente que éste cree que González Pons es ahora más indicado para la Consejería de Territorio que Blasco (por alguna razón que él debe conocer). Pero también que Blasco es más indicado que Rambla en Sanidad; y en fin, que Rambla es más adecuado que González Pons en las funciones de portavoz del gobierno. Lo que significa, sin lugar a dudas, que se espera de ellos un cambio, aunque sea leve, en las políticas respectivas de sus antecesores. Eso es una obviedad, tan obvia que no deja margen a interpretación alguna. Además, si no fuera así ¿de qué nuevo impulso estaríamos hablando exactamente?

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Ahora bien, deberíamos tener más cuidado con las metáforas. El hecho de que el nuevo conseller, con la simpatía y locuacidad que le caracteriza, aludiera al cucurbitáceo fruto como modelo para su urbanismo, no le exime de posibles interpretaciones equívocas. Por ejemplo, alguien malévolamente podría suponer que el "urbanismo sandía" de Pons lo que realmente pretende es sustituir al urbanismo patata de Blasco, mucho menos sofisticado que aquél (¿ausente de corazón por dentro, y muy poco verde por fuera, quizá?). Incluso podría pensarse que éste estaría destinado a poner coto a la política boniato de Rambla en la Sanidad, quien a su vez se desplazaría ahora a una portavocía tan acorralada como un campo de chufas en Alboraia a la espera de un PAI. O sea que, contra lo que pueda parecer a primera vista, aquí podría haber mucho más tomate del que parece.

Yo no lo creo, desde luego; a mí todo esto me parece exagerado. Pero las metáforas es lo que tienen. Dejan demasiado terreno a la imaginación.

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