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EE UU limita el acceso a los fondos contra el sida a los países que fomentan la castidad

La ayuda destinada por Estados Unidos a la lucha contra el sida se ve frenada por la prioridad impuesta por el Congreso al apoyo de las políticas que fomentan la abstinencia y la fidelidad, según un informe de la Oficina de Presupuestos de Washington. El trabajo analiza el uso de la ayuda de 15.000 millones de dólares (más de 12.000 millones de euros) aprobada por el Gobierno de George W. Bush en enero de 2003. Esta cantidad -la mayor destinada por ningún país a la lucha contra el sida- está pensada para 15 países: Botsuana, Costa de Marfil, Etiopía, Guyana, Haití, Kenia, Mozambique, Namibia, Nigeria, Ruanda, Suráfrica, Tanzania, Uganda, Vietnam y Zimbabue.

El dinero se incluye dentro de un programa que va de 2004 a 2008 llamado PEPFAR. De esta cantidad, sólo 1.000 millones de dólares (unos 800 millones de euros) van al fondo de la ONU contra la enfermedad. El resto es controlado directamente por el Gobierno de Estados Unidos. Pero los congresistas impusieron una condición, que una tercera parte de la cantidad dedicada a prevención debía utilizarse en promover el retraso en el inicio de las relaciones sexuales entre los jóvenes y la fidelidad dentro de la pareja. Los condones quedan relegados a un tercer escalón, por detrás de los otros dos. Esta condición es la que hace que algunos países no puedan acceder a las ayudas.

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Menores de 14 años

Las autoridades sanitarias en algunos de los países beneficiados afirman que necesitan dedicar más fondos a prevenir la transmisión materno-infantil o a repartir preservativos entre la población especialmente expuesta, como las prostitutas o las mujeres casadas con hombres que les son infieles y que ya son, en algunas regiones como Kenia, el mayor grupo de riesgo. Además, la ayuda impone que no se promocionen los condones entre menores de 14 años, lo que no corresponde con la realidad de países donde muchos de ellos mantienen relaciones sexuales antes.

Pero la falta de financiación no es el único obstáculo para frenar el sida. Médicos sin Fronteras ha iniciado una campaña por el acceso global para pedir a los laboratorios que faciliten a los países pobres a bajo precio los nuevos fármacos disponibles. La iniciativa ha tomado como caballo de batalla un medicamento de Abbott, el lopinavir/ritonavir.

El laboratorio tiene dos versiones de este producto en el mercado. Médicos sin Fronteras afirma que la industria sólo permite que los países pobres accedan a la versión antigua, que necesita estar refrigerada. En cambio, la nueva, que no tiene este requerimiento, se reserva a altos precios para los países ricos. Los eurodiputados socialistas españoles Elena Valenciano, Francisca Pleguezuelos y Miguel Ángel Martínez se han sumado a esta campaña para reclamar un mayor acceso a los antivirales.

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