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Columna
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Dioses del Olimpo

Seguramente se veía venir, pues ya sabemos que andaban asustándonos con el choque de civilizaciones. Era un susto tendencioso, encaminado más bien a encubrir espurios intereses que, como su propio nombre bancario indica, suelen ser de carácter económico. Pero nuestra impenitente fe en la razón nos inducía a descreer de una lucha que nos empeñábamos en depreciar. La tremenda confusión de valores que ha suscitado la crisis de las viñetas de Mahoma nos ha obligado, sin embargo, a tomar posiciones, más o menos claras, más o menos ambiguas, cargada cada una por su propia razón; las más, por su propia sinrazón. Ha habido para todos los gustos. Lo preocupante es que, según el gusto por el que dejes llevar la opinión, tu postura sea adscrita de inmediato a determinados casillas donde ni remotamente te ubicarías motu propio. Es el caso de los que defendemos la publicación de las viñetas de Mahoma.

Lo que por principio es una defensa de la libertad de expresión que va más allá del contenido de tal expresión, ha encontrado rápidamente encendidas críticas entre aquellos que han establecido oscuras vinculaciones entre las viñetas y la extrema derecha. Es decir, para los que defendemos el humor como una de las mejores herramientas de la inteligencia y lo situamos por encima de la política, de la religión, de la cultura, del drama y, en el mejor de los casos, hasta de nosotros mismos la sospecha de adscripción a corrientes racistas, islamófobas y ultraderechistas resulta por completo fuera de lugar, aún aceptando que esas mismas corrientes fomenten ese humor con otros objetivos. Teniendo en cuenta que soy absolutamente ajena a la extrema derecha del barrio de al lado, si esa extrema derecha es, además, danesa, la relación se vuelve del todo improcedente. En cuanto a la acusación de irresponsabilidad ante el hecho de que son millones los ofendidos, sólo recordar que la irresponsabilidad no viene precisamente por la vía del humor, sino más bien por lo que no tiene ni pizca de gracia: si las caricaturas han desatado una violencia que no hubiera debido pasar de, acaso, una tonta pelea, hay que tener la responsabilidad de buscar el origen en una guerra que sobrepasa con mucho los límites de una viñeta.

Pero esto es una locura, amigos, y nos hallamos perplejos. Porque los islamistas del mundo unidos son muchos y muy encendidos, pero la mecha de la pólvora religiosa se extiende sobre el fundamento de su violencia y el integrismo católico de casa, que creíamos ingenuamente superado, rebrota en flamígera respuesta. Resulta que una tal Alternativa Española, asociación católica de extrema derecha, ha prendido su llama con la de la indignación islamista en un paradójico compadreo sólo visto entre mercenarios moros del Rif encendiéndose la chusta del cigarro con la toba del golpista de uniforme filotalar y se ha apuntado al bombardeo manifestándose ante el teatro Alfil contra la representación de La revelación, obra del cómico Leo Bassi. Y resulta que una semana después alguien pone una bomba en el teatro. Una bomba, sí. Quién nos los iba a decir, a estas alturas de las civilizaciones todas. Es de risa de las de llorar. Sobre todo porque un empleado sospechó, descubrió y apagó la mecha; que si no, hoy estaríamos de más tragedia: el teatro estaba lleno y la potencialidad de la bomba era grande.

Lo que sucede, pues, es lo de siempre: que no me nombres a Dios en vano que te mato; que no me representes a Mahoma que te la lío. O sea, las excusas de toda la vida del Señor (¿Cuál de Ellos: Todos, Uno, El Mismo?). Y los que creíamos ganada la batalla de la crítica, del diálogo, de la sátira, precisamente de la representación, vemos cómo cruzan los proyectiles ante nuestro boquiabierto asombro. Que cualquier día nos dan. Por mi parte, quisiera dejar claro: que contra la manipulación teocrática hemos luchado y lo seguiremos haciendo, mal que se ofendan millones de una u otra civilización; que de la opresión machista del monoteísmo nos hemos liberado por estos pagos con histórico esfuerzo y no estamos dispuestas ni dispuestos a dar un paso atrás; que sobre la libertad de expresión seguimos queriendo construir una convivencia que permita reírnos de nuestra Santa Madre sin llegar a las manos. Que vayan ustedes con Dios y nos dejen en paz. ¡Por todos los dioses del Olimpo!

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