Primoroso
June Tabor seduce y emociona con su arte. Ni un guiño a lo fácil, ni una concesión a la audiencia. Aplomo, madurez, elegancia, y la voz inteligente de una auténtica intérprete.
El tono de su recital del miércoles en el Círculo de Bellas Artes de Madrid fue más bien sombrío. No muy animoso por el momento, admitió tras unas cuantas canciones, y no va a mejorar, advirtió. La inglesa sólo se permitió el pequeño desliz de una historia de amor que va bien.
Tabor canta con tanta clase que difícilmente deja indiferente. Decir ahora que es una gran señora de la canción puede parecer una obviedad, aunque quizá no esté de más recordarlo ya que su escaso poder de convocatoria resultó decepcionante.
June Tabor
June Tabor (voz), Andy Cutting (acordeón), Mark Emerson (violín, viola), Huw Warren (piano) y Tim Harries (contrabajo). Sala de Columnas del Círculo de Bellas Artes. Madrid, 1 de marzo.
Sobre el escenario, June Tabor da toda una lección magistral de cómo descubrir las intimidades de una canción: escarba en cada composición.
Con el paso del tiempo, su capacidad de comprensión de lo que canta le ha permitido extraer la esencia de canciones en las que la palabra cuenta tanto como la música. Y para ello tiene letristas como Chaucer en St Valentine's day, el día en que, según dijo, cada pájaro elige pareja.
Canciones de amor, pasión, deseo, muerte y, al final, algo de esperanza, aunque no demasiada, no vayan ustedes a creerse. Tradicionales de Escocia o Inglaterra, de esas melodías de la colección de música antigua de Playford. No se pone límites. Canta en francés Belle rose, inspirada en la poesía trovadoresca del siglo XII, pero mediatizada ya por la ética calvinista que arribó a las islas del Canal, y How insensitive -en portugués, Insensatez-, de Jobim.
Cuarteto a medida
La acompaña un cuarteto a su medida, con querencia por un folk contemporáneo entre música clásica y jazz de cámara. Cuando June Tabor canta en solitario, y sucedió en varias ocasiones, como suele hacerlo desde que estudiaba en Oxford hace más de 30 años, muestra una exquisita sensibilidad.
Sugirió a los presentes en la jornada del miércoles del Festival Ellas Crean comprar a la salida del espectáculo alguna de las magníficas cajas de cuatro discos -Always-, o su último compacto -At the wood's heart-, porque ella y sus músicos tienen hijos, gatos, perros, gallinas y hasta un conejo que mantener.
Así que, nada más terminar, allá que se fue a vender discos como una dependienta cualquiera.