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PRIMER DÍA DEL 'GRAN BARAJAS'

Belvis soporta en la primera jornada del nuevo Barajas menos ruido del anunciado

Los vecinos ignoran si tendrán que abandonar el pueblo por la cercanía de las pistas

Luis Doncel

La pedanía de Belvis de Jarama vivió con más tranquilidad de la esperada el primer día de funcionamiento de la nueva terminal del aeropuerto. Los 300 vecinos se enteraron la semana pasada de que el Ministerio de Medio Ambiente estudiaba la posibilidad de desalojar el pueblo debido a las molestias "insoportables" que, advirtió, causarían las nuevas pistas. Tras la alarma que causó esta noticia, los habitantes de Belvis comprobaron que la jornada de ayer no fue más ruidosa de lo habitual. Ninguna Administración se ha puesto en contacto con ellos para informarles del futuro inmediato de su pueblo.

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Alrededor de 250 vecinos acudieron a la llamada de la alcaldesa Mari Carmen Ramos, de IU, para que se concentraran en la plaza del pueblo y exigir que no se desaloje Belvis. También pedían el cierre nocturno del aeropuerto o, como mal menor, que no despegue ningún vuelo durante la noche desde la pista número cinco, la más cercana a sus viviendas. Los habitantes de la pedanía, sorprendidos por la abundante presencia de medios de comunicación españoles y extranjeros, portaban pancartas -"Un aeropuerto, un pueblo muerto", "Ni vendemos ni nos vamos, sencillamente nos quedamos"...- con las que mostraban su rechazo a abandonar Belvis.

La manifestación tuvo lugar a las cinco de la tarde, una vez que los vecinos ya se habían percatado de que el día estaba resultando, incluso, menos ruidoso de lo habitual. "Esto prueba que si los aviones respetan las rutas pactadas, aquí se puede vivir", afirmaba tajante la alcaldesa, de Izquierda Unida. La ruta a la que se refería Ramos recorre la vega del río Jarama. Otro vecino se temía que la relativa calma que estaban disfrutando se debiera a la presencia de los medios de comunicación. "Cuando se vayan ustedes, ya veremos qué pasa", decía.

La pista número cinco funcionó en pruebas durante unos días del pasado verano y a los habitantes de Belvis nos les han quedado ganas de repetir la experiencia. "Era insufrible", aseguraba un vecino. "Estabas en la calle y tenías que callarte cuando pasaba un avión, y te aseguro que pasaban todo el rato", continuaba. "Desde la terraza de mi casa se veía el tren de aterrizaje y el nombre del avión", contaba en la única tienda del pueblo Maruja, una jubilada que lleva toda su vida en Belvis. "Y casi peor es el queroseno, que deja la garganta seca y los ojos llorosos", decía la jubilada. "Cada pocos días aparecía en la piscina que tengo para mis hijos en el patio una masa con grumos de color aluminio; era el queroseno mezclado con el agua", corroboraba Paco. Este vecino cuenta que es habitual ver caer el queroseno, parecido al chorro que desprenden las fumigadoras.

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Pero lo peor de todo para Felisa, otra vecina, es la falta de información: "Nadie se ha pasado por aquí a explicarnos nada; que vengan y den la cara". La alcaldesa aseguró que cerca del 40% de la población de Belvis tiene más de 65 años y que para ellos sería todavía más difícil el hipotético traslado. "Dile a una persona que ha conseguido su casa con mucho de trabajo que se tiene que ir de aquí a los 80 años; se muere", aseguraba.

Belvis, pedanía dependiente de Paracuellos de Jarama, se creó hace 55 años, cuando el antiguo Instituto Nacional de Colonización parceló las tierras de un latifundista y ofreció la opción a los agricultores que las trabajaban a adquirir los títulos de propiedad. Paulina y Miguel forman uno de los matrimonios de colonos que fundaron el pueblo y que "con mucho sudor y lágrimas, trabajando como albañil y en la huerta" consiguieron su casa con las correspondientes tierras de labranza. "Hemos trabajado mucho para que ahora nos tengamos que ir de aquí", decía Paulina. Hace casi dos décadas que la contaminación del río Jarama, con el que se regaban los cultivos, obligó a los habitantes de Belvis a abandonar la agricultura como ocupación principal.

No todos los vecinos eran tan críticos con los perjuicios del nuevo aeropuerto. Dos hermanas quitaban importancia a la situación sentadas en la terraza del bar. "Yo de aquí no me voy aunque me pongan el avión en el tejado", retaba una de ellas. La otra le contestaba que no había para tanto: "Yo he vivido al lado de la base aérea de Torrejón y el primer día que dormí ahí me tembló la cama. ¿O es que en otros pueblos cercanos no hay tanto o más ruido que aquí?".

La reunión, el jueves

Los habitantes de Belvis tienen puestas sus miradas en una reunión que se celebrará el próximo jueves. Ese día los responsables del Ministerio de Fomento y de AENA recibirán a la alcaldesa, Mari Carmen Ramos (IU), para tratar la situación creada con la ampliación de Barajas. A pesar de confesarse "poco optimista" con los resultados de esta reunión, Ramos planteará que si los aviones cumplen las rutas pactadas, se insonorizan adecuadamente las viviendas y se cierra por las noches la pista número cinco, Belvis será "perfectamente habitable".

La alcaldesa expresó sus dudas sobre la auténtica razón para querer expropiar las viviendas. "Aquí pasan cosas muy raras; si este pueblo va a tener un ruido insoportable, ¿por qué se están vendiendo parcelas a precios astronómicos?". Varios vecinos confirmaron la creciente oferta inmobiliaria que vive Belvis: "Hace poco un testaferro compró una parcela de 32.000 metros cuadrados por 460 millones de pesetas [2,76 millones de euros]", contaba Paco. Según Ramos, los parcelistas que poseen una franja de pinos protegida con una extensión de cinco millones de metros cuadrados han recibido recientemente una oferta de 1.500 millones de pesetas [9,01 millones de euros].

La alcaldesa defiende que no está luchando sólo por los interes de Belvis, sino que la ampliación del aeropuerto perjudica a más de 800.000 personas de otras localidades, como San Fernando de Henares, Torrejón de Ardoz o Algete.

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Sobre la firma

Luis Doncel
Es jefe de sección de Internacional. Antes fue jefe de sección de Economía y corresponsal en Berlín y Bruselas. Desde 2007 ha cubierto la crisis inmobiliaria y del euro, el rescate a España y los efectos en Alemania de la crisis migratoria de 2015, además de eventos internacionales como tres elecciones alemanas o reuniones del FMI y el BCE.

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