"Angustiados por tanto dolor y pena"

Un centenar de personas asistieron esta tarde en la iglesia del Salvador, en La Adrada (Ávila), al funeral por el vigilante de seguridad Manuel Ramírez Torrecilla. El féretro con los restos mortales del guarda de seguridad habían llegado horas antes al tanatorio situado en la cercana localidad de Sotillo de la Adrada, ubicada en la comarca abulense del Valle del Tiétar, muy cerca de la Comunidad de Madrid.

El cortejo fúnebre llegó al templo acompañado por la madre del vigilante, Angelines, y sus dos hermanas, que con gestos de gran dolor accedieron al interior de la iglesia, situada en ...

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Un centenar de personas asistieron esta tarde en la iglesia del Salvador, en La Adrada (Ávila), al funeral por el vigilante de seguridad Manuel Ramírez Torrecilla. El féretro con los restos mortales del guarda de seguridad habían llegado horas antes al tanatorio situado en la cercana localidad de Sotillo de la Adrada, ubicada en la comarca abulense del Valle del Tiétar, muy cerca de la Comunidad de Madrid.

El cortejo fúnebre llegó al templo acompañado por la madre del vigilante, Angelines, y sus dos hermanas, que con gestos de gran dolor accedieron al interior de la iglesia, situada en el centro del pueblo. Previamente, el sacerdote que ofició el funeral rezó un responso en el exterior del templo, donde una veintena de personas se concentró para esperar el féretro. Tanto dentro como fuera de la iglesia, el ambiente era de silencio, en una tarde luminosa en la que sólo los amigos quisieron acompañar en el dolor a la familia del homicida, miembro desde hace 11 años de la Asociación de Cazadores de La Adrada.

En la homilía, el sacerdote tuvo palabras de consuelo para una familia "angustiada por tanto dolor y pena", en unos momentos "muy tristes e imborrables", tanto para la madre, como para las dos hermanas de Manuel Ramírez Torrecilla. "¿Cuáles son las causas? Nadie las sabe", apuntó el párroco, en referencia al suceso que se produjo hace dos días en la capital de España. "A veces la culpable es la propia sociedad", señaló el sacerdote, quien animó a los familiares a "mirar hacia delante", si bien reconoció que "lo que ha pasado siempre estará en su recuerdo".

Posteriormente, el cortejo fúnebre se dirigió al cementerio de esta localidad abulense de 2.500 habitantes, donde recibió sepultura. En La Adrada eran pocos los que conocían a Manuel Ramírez Torrecilla, aunque algunos de los vecinos que vivían en su misma calle se refirieron a él como una persona "normal", por lo que el suceso provocó un impacto mayor en la localidad.

La mayoría de las personas que le conocían coincidieron en describirle como una "buena persona", si bien alguna se mostró extrañada por la rapidez con que solía cambiar de trabajo.

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