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Reportaje:DEPORTES

Alonso da el gran salto a la excelencia

Fernando Alonso ya no es sólo un héroe popular. El campeón más joven de la fórmula 1 ha dado a final de año el salto definitivo que le sitúa en la categoría de los grandes profesionales, aquellos que se mueven en los niveles más altos del deporte espectáculo del nuevo milenio. Siempre ha sido así: los mejores reciben las mejores ofertas y acaban aceptándolas porque éste es el secreto de la excelencia.

Pero la fría decisión de anunciar su fichaje por la escudería McLaren, sólo semanas después de ganar su primer título de campeón del mundo con Renault, asumiendo la decisión de un modo estrictamente personal, al margen de su agente, el italiano Flavio Briattore, a su vez patrón de la escudería francesa, establece claramente la diferencia que hay entre la joven promesa que se abre camino y el campeón en título, consciente de su valor en el mercado y dispuesto a tomar el camino más conveniente sin dudarlo ni un momento.

En estos momentos hay sólo en activo 10 pilotos que han ganado al menos un Gran Premio, y de ellos, cinco siguen siendo capaces de luchar por un triunfo
Donde más contestada ha sido la victoria del asturiano sobre el finlandés Kimi Raikkonen es en la prensa anglosajona
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El hombre al que ha destronado, el alemán Michael Schumacher -probablemente el mejor piloto de todos los tiempos-, hizo lo mismo cuando abandonó también a Briattore tras ganar con él sus dos primeros campeonatos del mundo para asumir el reto de devolver a la escudería Ferrari a lo más alto del pódium. Cinco campeonatos del mundo más tarde muestran que lo consiguió. No está McLaren en la posición desesperada en que se encontraba la escudería italiana en 1996 -más de 20 años sin ganar el campeonato-, pero esto aún pone las cosas más difíciles a Alonso si verdaderamente quiere marcar una época en el automovilismo de competición.

De momento, sin embargo, su palmarés ya es el de un fuera de serie, no sólo por su extraordinaria precocidad, sino también por la sensación de dominio y control que desprende. Alonso es, por un lado, un piloto cerebral y calculador, al estilo de los campeones tácticos, y, por otro, extremadamente agresivo y arriesgado. Este año, en su consagración, ha mostrado ambos aspectos de su personalidad. En Australia, en el primer gran premio de la temporada, tras salir de la última fila de la parrilla, acabó en tercera posición tras una carrera electrizante en la que tomó todos los riesgos. En Imola, con los neumáticos completamente degradados y con el Ferrari de Schumacher literalmente pegado detrás suyo, mantuvo la cabeza de la carrera con una frialdad que nadie recordaba haber visto en mucho tiempo. Fue allí donde dejó claro quién era el sucesor del alemán.

Curiosamente, donde más contestada ha sido la victoria del asturiano sobre el finlandés Kimi Raikkonen es en la prensa anglosajona, que a lo largo del año ha insistido en que el piloto de McLaren ha sido víctima de la mala suerte, pero que es mejor que el español. La llegada de los brasileños, mediada la década de 1970, fue recibida de un modo similar por la prensa especializada británica, muestra de un curioso resentimiento ante la irrupción de los intrusos latinos en el cerrado mundo de los ingleses, que bastante tenían con aceptar la competencia de los italianos.

Pocos nombres

Hoy en día esta fanfarria de corte nacionalista tiene muy poco que ver con la realidad de un deporte espectáculo en la cima de la más alta tecnología, donde una centésima de segundo marca la diferencia. En estos momentos hay sólo en activo 10 pilotos que han ganado al menos un Gran Premio, y de ellos menos de seis siguen siendo capaces de luchar por un triunfo: Schumacher, Alonso, Raikkonen, Juan Pablo Montoya y, tal vez, Rubens Barrichello.

Los genios, ciertamente, surgen en los lugares más inesperados. Pero más allá del puñado de elegidos, la emergencia de un piloto español como Alonso no se ha producido en el desierto.

Además de haber producido a un campeón mundial como Carlos Sainz en rallies, cuyo número de victorias todavía es el récord absoluto; en las competiciones en circuito, la presencia española en la F1 moderna arranca con Adrián Campos y Luis Pérez Sala y sigue con Marc Gené y Pedro Martínez de la Rosa, ambos en activo; el primero, probador de Ferrari, y el segundo, de McLaren, y que este año protagonizó más de una polémica claramente destinada a desestabilizar a Alonso en su lucha con Raikkonen. Otro español, Oriol Serviá, se ha clasificado este año en segunda posición en el campeonato norteamericano Cart, uno de los dos que utilizan bólidos de tipo Indianápolis.

El piloto asturiano, en un expresivo gesto tras la carrera de Brasil, en septiembre, de la que salió como campeón del mundo de fórmula 1.
El piloto asturiano, en un expresivo gesto tras la carrera de Brasil, en septiembre, de la que salió como campeón del mundo de fórmula 1.RICARDO GUTIÉRREZ

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