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Reportaje:

Una final vista y no vista

Olaizola II logra su tercer título del Cuatro y Medio al arrasar (22-5) a un Xala que no entró en el partido

En apenas diez minutos, se supo que no había partido y, por tanto, que la final del Cuatro y Medio era un trámite para mayor gloria de Aimar Olaizola, el pelotari más completo de cuantos forman el actual cuadro profesional. A mitad de marcador, Olaizola ya le había demostrado al vascofrancés Xala que domina la jaula y que en los casi 16 metros de frontón útil quizá no tiene rival.

Dominaba el saque, siempre bien ajustado a la pared y con una violencia demoledora, el juego a bote con ambos brazos y, lo que resultaba más doloroso para Xala, el juego de gancho, donde exhibía una precisión casi milimétrica. A los 10 minutos, los corredores de apuestas tenían poco o ningún trabajo, convertidos en simples espectadores en el Atano III.

A los diez minutos, los corredores de apuestas tenían poco o ningún trabajo

El momio 100-30 o 100-40 a favor, que en principio parecía excesivo a favor de Olaizola II, tenía suficientes argumentos. Tan abrumadora fue la superioridad del pelotari de Goizueta que igualó la mayor ventaja obtenida en la historia del campeonato (22-5), que logró Eugi cuando en 2000 venció a Nagore por idéntico resultado.

El saque era un argumento importante en un partido que se presumía intenso y de mucho ritmo. Y el saque es un arma que Olaizola domina a la perfección en el reducido espacio de la jaula. Siete tantos consiguió frente a un Xala que dio muestras desde el principio de no poder con el partido ni de haberse adaptado al espacio. Su inicio fue tan desesperanzador que le lastró para el resto del encuentro, en el que nunca supo meterse. Comenzó enviando al colchón el primer saque de Olaizola y continuó con un pasa en un pelotazo sin peligro.

Tras el único de los dos errores que cometió Aimar (el otro fue en el último tanto del pelotari labortano), Xala volvió a pasarse de la raya, permitiendo la escapada del campeón que, con violencia en la pegada y precisión en el saque, llegó a un 11-2 que prácticamente sentenciaba la final.

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Olaizola arrollaba a Xala con su poderoso golpeo, lo que le impedía realizar su juego, presuntamente alegre, pero ayer más abatido que nuca. Del cartón 11 al 22 fue una exhibición de facultades de Olaizola que comenzó a exhibir su gancho y volea, no exento de una buena defensa cuando el pelotari de Lekuine intentó sorprenderle con el juego de aire.

En realidad no hubo partido, sino una pugna muy desigual entre dos pelotaris separados por un día de edad en su fecha de nacimiento, pero que responden a escuelas muy distintas. Olaizola es el pelotari cerebral y poderoso, genuino representante de la escuela navarra, al que es difícil sorprender (este año sólo lo consiguió Patxi Ruiz en la liguilla previa a la final).

Xala, mientras, es el jugador alegre, un zurdo criado por Pampi Laduche, que se maneja con soltura con la derecha, pero demasiado irregular, especialmente en las grandes citas. El Cuatro y Medio parece cosa de Olaizola II. Las opciones de los demás pasan principalmente por la rapidez o lentitud de su declive, más que por sus propias facultades.

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