"La gobernabilidad es el mayor desafío de América Latina"

El mexicano José Ángel Gurría será a partir de junio de 2006 el nuevo secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), fundada en París en 1960. Su reciente designación por unanimidad de los 30 países miembros coloca por primera vez al frente de este club de ricos a un representante de un país en vías de desarrollo. Ministro de Relaciones Exteriores y de Hacienda durante el sexenio del priísta Ernesto Zedillo (1994-2000), Gurría, de 55 años, fue el artífice de la reestructuración de 50.000 millones de dólares de deuda externa y del blindaje financiero para proteger a México de nuevas crisis como la de 1994, conocida como Efecto Tequila.

"Oriente Próximo, Asia, e incluso algunas regiones de África se están moviendo más rápido que Latinoamérica"

Pregunta. ¿Cuáles serán sus prioridades al frente de la OCDE?

Respuesta. El equilibrio macroeconómico (fiscal, monetario, comercio, inversiones), lo clásico en estabilidad económica. Pero el equilibrio es un punto de partida, no una meta para poder lidiar con cuestiones de vital importancia: el medio ambiente y el desarrollo sostenible; el envejecimiento y las presiones sobre los sistemas de pensiones y de salud; los temas de competitividad; las migraciones.

P. Treinta países miembros, incluidas varias economías emergentes de Europa del Este, son miembros de la OCDE. ¿Por qué no están países del peso de China, Rusia, Brasil, Suráfrica e India?

R. Hay una diversidad de razones. Algunos países no cumplen los requisitos, otros no han estado interesados en ser miembros, y los hay que han pedido el ingreso y todavía no han recibido respuesta. No nos rasguemos las vestiduras y pensemos que como no ha habido ampliación ya no valemos. Todo lo contrario, valemos mucho. El problema es cómo vamos a hacer la ampliación.

P. ¿Cuál es su propuesta?

R. Lo llevamos discutiendo desde 2000. Hay entre 12 y 15 naciones que podrían incorporarse en algún momento. Las reticencias tienen que ver con razones administrativas, de tipo gerencial, financiero, de infraestructura y con la gobernabilidad. Actualmente, las decisiones se adoptan por consenso. Si con 30 miembros es complicado, imagínese con 40 o 45.

P. ¿Desde su observatorio mexicano, cómo ve la división política de América Latina?

R. Es un poco maniqueo hablar de dos bloques, izquierda y derecha, en América Latina. La situación está muy confusa. Hay una gran diversidad de situaciones, que se van a complicar porque en los próximos 12 meses habrá un montón de elecciones que pueden cambiar el panorama. El problema de la gobernabilidad política está haciendo mella en la capacidad de toma de decisiones de política económica y social. Es el mayor desafío que enfrentamos.

P. ¿Cuáles son las asignaturas pendientes del continente?

R. Tengo una confianza razonable en la mayor parte de los países de la región, a pesar de que América Latina ha avanzado menos que las demás regiones del mundo en desarrollo, en competitividad, infraestructuras, desarrollo institucional, sistema financiero y educación. Oriente Próximo, Asia, e incluso algunas regiones de África se están moviendo más rápido.

P. ¿América Latina está cambiando de color político?

R. Hay varias tendencias que se vislumbran claramente, y que no dejan de preocupar. Una de ellas, el giro a la izquierda, puede tener como resultado una actitud de confrontación más que una gran preocupación por los temas sociales. No hay duda de que la distribución del ingreso en América Latina es la más desigual del planeta, pero a veces parece que espantamos a la clientela. Y necesitamos la inversión extranjera.

P. Más allá de las diferencias políticas entre líderes de América Latina, ¿cree que el denominador común de todos ellos es su crítica al modelo socioeconómico que ha dominado los últimos años?

R. Déjeme ponerle un ejemplo: una economía orientada al mercado con gran conciencia social. ¿De quién estoy hablando, de Chile o de Finlandia? ¿Quiénes están entre los 10 países con mayor competitividad del mundo? Los nórdicos, que tienen altos impuestos y una red de seguridad social desde la cuna hasta la tumba. El paradigma ha cambiado. Irlanda avanza por la vía de bajos impuestos y flexibilidad laboral, y una modernidad que le da mucha cintura para responder rápidamente a las coyunturas. El otro campeón en Europa, Finlandia, tiene un Estado profundamente preocupado por lo social que grava a sus agentes económicos. Los dos modelos funcionan bien.

P. ¿Qué opinión le merece el debate entre partidarios y detractores de un área de libre comercio para las Américas?

R. No tengo ninguna duda de que los detractores están difiriendo el beneficio de los acuerdos comerciales, pero el gran favorecido por esta demora es México, que ya tiene acceso a los mercados de Estados Unidos, Canadá, Centroamérica y buena parte de América del Sur gracias a los acuerdos bilaterales.

P. ¿Está enterrado el ALCA?

R. Espero que no. Sólo digo que los demás países tendrían que estar más preocupados que México por firmar un acuerdo comercial. Como no se avanza en lo global, se avanza en lo regional, y si no se avanza en lo regional se avanza en lo subregional o lo bilateral. Y el resultado es que varios países de América Latina tienen acuerdos de libre comercio con Estados Unidos y la Unión Europea. El proceso es inevitable.

P. ¿Y las quejas de países como Brasil y Argentina contra el proteccionismo estadounidense en materia agrícola?

R. Estoy totalmente de acuerdo. Qué esperan que diga Brasil, cuando le piden que abra su mercado a los vehículos y ordenadores norteamericanos a cambio de abrir algún día, quién sabe cuándo, el mercado de EE UU a los cítricos, soja y granos brasileños. Es perfectamente razonable la postura del Gobierno de Brasil.

P. ¿Qué balance hace del Gobierno de Vicente Fox?

R. Creo que en México se consolidó la cultura de la estabilidad económica. Con Fox pasamos una sucesión política sin crisis, y ahora lo haremos otra vez, gane quien gane.