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Entrevista:JOAN CALS | Consejero de Caixa de Catalunya e investigador universitario

"Los peajes políticos para las cajas de ahorros son cada vez más difíciles"

El catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona Joan Cals, investigador universitario y consejero durante dos décadas de Caixa de Catalunya, ha puesto su grano de arena en la construcción de una teoría específica sobre el gobierno de las cajas, cuyo carácter social y forma de empresa singular, distinta de la sociedad por acciones, las convierte en algo más que en entidades de crédito. En su libro El éxito de las cajas de ahorros, Cals propone un código para que ganen en transparencia y mejoren las prácticas de buen gobierno.

Pregunta. ¿Qué se propone su código de buen gobierno?

Respuesta. Persigue un buen gobierno corporativo, con recomendaciones que valen para todo tipo de empresas y con otras específicas para las cajas. Las cajas deben ganar en transparencia hacia fuera y también dentro de la organización. Deben tener órganos de gobierno más cualificados y profesionales, más participativos, más activos y, sobre todo, más independientes. Tienen que ejercer de supervisores de la gestión y la orientación estratégica, a través del consejo de administración y de la comisión de control, mientras que la actividad ejecutiva, que debe estar separada, corresponde al director general.

P. Usted cree que eso no se consigue cambiando más leyes.

R. No soy partidario de más cambios legales. Todo el sistema financiero requiere un periodo de paz y tranquilidad, después de tantos cambios legales de envergadura. Creo que es mejor plantear cambios a través de la autorregulación. Además, no sería fácil lograr el consenso en instancias como el Banco de España, la Comisión Nacional del Mercado de Valores, la confederación de cajas o los gobiernos autónomos.

P. ¿Qué le hace pensar que las cajas por voluntad propia van a renunciar a presidencias ejecutivas o a suspender la militancia política de un presidente?

R. Reconozco que hay precedentes que hacen pensar que estas propuestas, por sí solas, no avanzarán mucho. Antes de la ley de transparencia, en 2003, a las cajas les hubiera convenido por imagen ser más transparentes, pero no avanzaron por ahí. Por ejemplo, a un cliente de determinadas cajas le resultaba muy difícil acceder a los estatutos. Pero eso hoy lo penalizan la sociedad y los mercados. Lanzo una propuesta para perfeccionar el modelo de cajas de modo que cada caja pueda adaptarse a su ritmo y con su idiosincrasia. A las entidades con presidencia ejecutiva les propongo un proceso de abandono progresivo de esta figura, para separar la gestión de la supervisión. Dejar la afiliación política al acceder a la presidencia también sería una buena práctica, un gesto útil para simbolizar la voluntad de independencia de los órganos de gobierno frente a todo tipo de intereses políticos, pero también económicos y personales.

P. Persiste la impresión de que las cajas son el brazo financiero de los gobiernos autónomos.

R. El análisis de la rentabilidad pasa cada vez más por delante de todo a la hora de decidir una inversión, debido al endurecimiento de la competencia, aunque eso no significa que no haya presiones externas. Siempre se habla de los parques temáticos, pero los peajes políticos son cada vez más difíciles y costosos.

P. ¿Pero la independencia no es una asignatura pendiente?

R. Sí, claro. Los órganos de gobierno deben ser más competentes, activos e independientes. Pero de las 10 cajas catalanas, sólo tres tienen una importante presencia pública en sus órganos de gobierno.

P. ¿Quién manda en las cajas con menos presencia pública?

R. En estas cajas hay otro tipo de riesgo. El riesgo de patrimonialización por parte de las élites que mandan en la caja.

P. ¿Qué fuerza tienen los miembros de los consejos de administración para marcar a los gestores de las cajas?

R. En muchos casos los consejeros no están en condiciones de discutir decisiones importantes, y menos aún de oponerse a iniciativas que vienen de fuera.

P. En los sueldos tampoco hay gran transparencia...

R. La transparencia en la retribución de las cajas no debe tener restricciones. La opacidad es un residuo del pasado. Ya se ha hecho público lo que perciben los consejeros de forma individualizada. Deben individualizarse las percepciones de los altos cargos y las de los representantes de las cajas en sus empresas participadas.

P. ¿Cuál es el primer paso para esos consejos que dibuja?

R. Los consejeros deben responder a lo que dice la ley orgánica que regula las cajas de ahorros: ejercer el cargo en beneficio exclusivo de los intereses de la entidad y del cumplimiento de su función social. A diferencia de las sociedades por acciones, la clave es que las instituciones que nombran a los consejeros no tengan ya nada más que decir a partir de que les han nombrado.

P. ¿Qué impacto tiene el crecimiento espectacular de las cajas en su propia identidad?

R. Las cajas llevan años ganando cuota de mercado a la banca. Eso no significa que el modelo deba ser revisado, sino que muestra motivos contundentes para ser validado. Son formas de empresas distintas, y cada una de ellas compite con ventajas y con limitaciones. Si las cajas no hubieran tenido tanto éxito, no habría debate sobre ellas.

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