Cambios en el SAS
Si algo llama la atención sobre el cambio normativo que se avecina en el SAS es la arbitrariedad con la que quieren actuar sus dirigentes. Ponen en la mesa un texto legislativo sobre carrera profesional que ofende con sólo mirarlo y que pretende tabular a los profesionales y transformar sus viejas reivindicaciones de promoción y ascenso en una suerte de "gratificación" en la que sólo tendrán cabida aquellos que previamente hagan un auto de fe y tengan reconocida su condición laboral de exclusivos.
Descartar de entrada a los médicos que no tengan dedicación exclusiva (por ejemplo al 48% del hospital Reina Sofía), supone un error.
La política sanitaria andaluza sustentada hasta ahora en la prebenda, el oportunismo político y la gestión más afín a una república bananera que a un estado democrático, está a punto de conseguir el retroceso más notable de los últimos 25 años. No hay mucho tiempo y la exigencia de un pacto global es apremiante. No es catastrofista decir que nos estamos jugando el futuro de la Sanidad andaluza.
La consejera de Sanidad propone un desarrollo excluyente, inmovilista, cicatero y degradante para los médicos de su comunidad, y encima se permite el lujo de pedir a los sindicatos "poderosas razones" para no aplicar el descarte sumarísimo de aquellos médicos que no trabajen en exclusividad para la sanidad andaluza. Da igual que los profesionales cumplan a rajatabla con sus obligaciones, compromisos, horarios y tareas encomendadas. Da igual que el logro de los objetivos pactados no se vea afectado por otra actividad de horario distinto, y por supuesto, no sujeta al obligado Régimen de Incompatibilidad. A la Consejería lo único que le interesa es mantener su papel de mater amantísima y proseguir con su infalible método de premio-castigo, que hasta ahora y con un personal más pendiente de sobrevivir y estabilizarse, que de evolucionar y crecer profesionalmente, tan buenos resultados le ha dado.
En el plano retributivo y de consolidación de niveles la proposición de la Consejería es tan retrógrada y mezquina, que si la comparamos con la oferta de otras comunidades o con la propuesta del Sindicato Médico parecería que estamos hablando idiomas distintos.
¿Qué argumentos podemos darle a la consejera, qué razones nos pide? Nadie da su brazo a torcer y, al final, quien sale perdiendo es el ciudadano. Más que obvias razones, una petición: consejera olvídese de los médicos andaluces, déjenos en nuestra sabia ignorancia, porque a este paso usted se carga la sanidad andaluza, aunque siempre podrá decir que ha sido cosa de la crisis de vocaciones.
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