Columna

300.000 empleos

Escribo hoy esta columna como reacción a una de las muchas pedanterías verbales que a diario se permiten los políticos con total impunidad, a sabiendas de que nadie va a correrlos a gorrazos por tomarle el pelo a la ciudadanía.

Hace un par de semanas leí una noticia increíble en estas páginas. Copio aquí su título: Camps dice que creará 300.000 nuevos empleos hasta 2007. Según se explicaba allí, el presidente de la Generalitat se comprometió ante más de un millar de personas a crear "como mínimo" los susodichos 300.000 curros, lo cual significa que también podrían ser medio milló...

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Escribo hoy esta columna como reacción a una de las muchas pedanterías verbales que a diario se permiten los políticos con total impunidad, a sabiendas de que nadie va a correrlos a gorrazos por tomarle el pelo a la ciudadanía.

Hace un par de semanas leí una noticia increíble en estas páginas. Copio aquí su título: Camps dice que creará 300.000 nuevos empleos hasta 2007. Según se explicaba allí, el presidente de la Generalitat se comprometió ante más de un millar de personas a crear "como mínimo" los susodichos 300.000 curros, lo cual significa que también podrían ser medio millón, ya que puestos a fantasear no hay que ser tacaños. Hagamos cuentas: en números redondos faltan unos cuatrocientos días para que se cumpla el plazo que el propio Camps se dio, de manera que, si hemos de creerlo, a partir de ahora mismo este mago de Oz valenciano irá haciendo aparecer, como por ensalmo, 750 empleos diarios, incluidos los domingos y fiestas de guardar. Vivimos en Jauja. ¿Quién había dicho que hay crisis?

Por motivos profesionales este mes no he podido revisar la prensa local con la asiduidad de costumbre y por eso quizá se me haya escapado algún comentario irónico sobre tales declaraciones, pero tampoco me extrañaría mucho que mis colegas hayan decidido pasar por alto una tontería de ese calibre. Al fin y al cabo, se escuchan tantas por todas partes en boca de políticos que al final son como el ruido del tráfico, forman parte de la contaminación ambiental, pero nadie les hace caso.

El problema en que estamos inmersos, tal como yo lo veo, es que siempre individualizamos las insensateces de los políticos como algo personal e inherente a cada uno de ellos, lo cual permite la ilusión de creer que existe la posibilidad de arreglar las cosas. Veamos: de la misma manera que la gente toma un Valium para combatir el estrés sin ni siquiera preguntarse por qué carajo está estresada, el consenso general ante las marrullerías, las mentiras o las corrupciones de cualquier impresentable que ejerza de político parece ser retirarle el voto y sustituirlo por otro, como si eso resolviera las cosas. Pasado el efecto del Valium el estrés regresa y, pasadas las elecciones, el nuevo cargo electo se comporta a menudo como un clon del anterior. Y todo sigue igual.

Hay muy pocas voces en los medios de comunicación que hayan decidido enfocar este asunto desde otro punto de vista: ¿No será que los políticos de las sociedades occidentales se burlan de sus electores justamente porque es el propio sistema lo que estimula esas actitudes? De ser esto así, la causa de la enfermedad crónica que padece la democracia burguesa no estaría en la persona de los políticos, sino en la propia democracia tal como ha sido instituida.

Me pregunto qué hubiera pasado si cuando Camps lanzó esa promesa inalcanzable de los 300.000 nuevos empleos el público le hubiese exigido por unanimidad que prometiera solemnemente desaparecer sin dejar rastro si, llegado el momento en 2007, la realidad es menos halagüeña de lo que él pretende hacernos creer con sus constantes brindis al sol.

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Sé que no servirá de nada, pero en 2007, cuando la situación sea todavía peor que en este momento, escribiré una nueva columna para reírme de esos fantasiosos 300.000 empleos.

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