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Camps-Blasco: lo malo, lo peor

Sostiene el recurrido Peters que lo malo siempre puede ser peor. Hoy sigue sorprendiendo la decisión que en su día tomó el actual presidente de la Generalitat, Francisco Camps, de nombrar conseller de Urbanismo y Vivienda a Blasco Castany. Pero lo malo siempre puede ser peor, ya que a esa desconcertante providencia, le acompañaba otra no menos singular: la creación de la Consejería de Territorio y Vivienda.

Ambas medidas provocaron negros presagios. En primer lugar, al hacer desaparecer la expresión "medio ambiente" del lenguaje organizativo del Consell, cortando de ese modo una tradición mantenida por gobiernos socialistas y populares. En segundo lugar, al situar al frente de la conselleria a un personaje como Blasco Castany, único conseller de la historia de la Comunidad Valenciana que fue cesado por imputaciones de índole precisamente urbanística.

Los resultados no se han hecho esperar y lo malo ha sido peor. En poco más de dos años, la política territorial y de vivienda del Gobierno de Francisco Camps ya ha batido todos los récords.

Primer récord: tal y como afirma el Colegio de Arquitectos, de construirse todo lo que proyectan Blasco Castany / Camps, la Comunidad Valenciana pasará a tener cinco millones de nuevas casas dentro de 10 años. Saben cuánto territorio es eso; cuántos coches, cuántas personas...

Segundo y no menos importante récord: Las denuncias por razones urbanísticas acumuladas ante el Parlamento Europeo contra la Comunidad Valenciana suman ya las 15.000, más que la suma de todas las restantes regiones europeas. De tal forma, que el urbanismo de la Comunidad Valenciana ha sido calificado como un "escándalo con efectos perversos" por Michael Cashman, vicepresidente de la Comisión de Peticiones del Parlamento Europeo.

La fama de Blasco Castany / Camps es internacional. Recordemos que tan lejos como el mes pasado, el prestigioso semanario The Economist se refirió a la costa valenciana como "la costa del hormigón", poniendo el acento en dos riesgos: la corrupción endémica y la insostenibilidad de un crecimiento basado en un único sector que ha sobreexplotado los recursos territoriales valencianos.

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Lo malo sigue siendo peor. Y así lo percibe la opinión pública valenciana de manera diáfana. La encuesta del Instituto Opina publicada por el diario EL PAÍS el pasado 10 de octubre sitúa las competencias gestionadas por Blasco Castany entre las peor valoradas: territorio (5,2%), medio ambiente (7,4%) y vivienda (14,8%). En su conjunto, el conseller de Territorio suma un 27,4% de valoración de mala gestión, sólo superado en su suspenso por la Consejería de Sanidad. Y lo que más afecta a la gestión de la sostenibilidad: la conselleria competente en temas medioambientales suspende y se sitúa en el penúltimo puesto.

Más dura es la encuesta cuando entra a valorar la buena administración: las tres competencias gestionadas por Blasco Castany reciben los peores resultados: territorio (1,8%), vivienda (3,7%) y medio ambiente (4,3%) Las peores puntuaciones.

Pero lo más llamativo de la encuesta es su puntuación comparativa respecto al resto de consellers: muy por debajo del 5. Sí, la encuesta suspende al consejero Blasco Castany y, lo que es más grave: los propios votantes del PP, su partido, lo ponen a la cola de sus valoraciones. Sólo le queda el consuelo de mejorar a dos anodinas conselleras: la de Turismo y la de Cooperación y Participación.

Decía Miguel Marías que "la crítica es la divulgación de una opinión a través de un medio de comunicación, pero en la cual lo importante es lo reflexivo, mientras que lo divulgativo es un elemento puramente accidental". Y el consejero Blasco Castany, que se educó de joven en la crítica de las armas, ha renunciado a todo intento de hacer de la crítica un arma fomentando lo accidental, embarcándose en un hooliganismo puro y duro, irreflexivo. ¿Qué razón le mueve? Pues generar auténticas cortinas de humo que tapen la realidad de su mala y peligrosa gestión como conseller. Ése es el auténtico motivo de su laudatorio artículo del pasado 22 de octubre en EL PAÍS a quien irresponsablemente lo nombró, al señor Camps, utilizando una de sus frecuentes malas artes como es la de predecir, ahora, un resultado electoral favorable para el PP para junio de 2007.

Sin embargo, y a pesar de sus excentricidades, Blasco Castany seguirá practicando el hooliganismo, pues es su último recurso en fase de prejubilación política. Sea intentando paralizar todo proyecto de traer agua a la Comunidad Valenciana, pues sabe que un solo metro cúbico de agua es el fracaso de toda una estrategia política popular de la que participa, sea lanzando vituperios e insultos a quienes critican su gestión, o sea dedicando funcionarios públicos a redactar informes falsos, su última afición. Por no citar otras actuaciones de las que supongo que el señor Francisco Camps estará al corriente. Todas ellas estrategias que confirman el principio de que lo malo puede ser peor.

Isabel Escudero es vicesecretaria general del PSPV-PSOE.

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