Jodie Foster dirigirá a De Niro 30 años después de 'Taxi driver'
La cineasta Jodie Foster (Los Ángeles, 1962) volverá a ponerse detrás de una cámara para dirigir Sugarland, un filme que protagonizará junto a Robert de Niro, con el que trabajó en 1976 en Taxi driver. En la película de Martin Scorsese, la actriz, una niña apenas, encarnaba a una prostituta infantil. Foster coproducirá también su nueva cinta, en la que dará vida a una abogada experta en derechos civiles que defiende a cosechadores de caña de azúcar del sur de Florida. Lo anunció ayer en Sitges, donde presentó Plan de vuelo: desaparecida.
Jodie Foster, vestida informal -pantalones de pana fina, camiseta beis y cazadora de ante marrón-, se presentó ante los periodistas luciendo una bonita sonrisa que no se apagó ni por un momento, para hablar de su último trabajo en Plan de vuelo: desaparecida, título en español de Flightplan, que dirige el alemán Robert Schwentke. Un thriller en el que el personaje de la cineasta, una ingeniera aeronáutica que acaba de enviudar, pierde a su hija de siete años en pleno vuelo transoceánico, de Berlín a Nueva York. Lo misterioso del caso es que nadie en el avión ha visto subir a la pequeña. Extremadamente educada, Foster -que anteanoche recibió el Gran Premio Honorífico del Festival de Cine de Sitges- contestó, de manera inteligente y meditada, a las preguntas de los informadores: sobre el filme, acerca de su carrera y de sus proyectos.
A propósito de la película, que en España se estrena el próximo 11 de noviembre, la cineasta dijo que lo que la decidió a interpretar a Kyle Pratt, la madre a la que da vida, fue la posibilidad de recrear un miedo "ancestral". El sufrimiento de cualquier persona con hijos -ella tiene dos, Charles y Kit, de siete y cuatro años, respectivamente- cuando, en un lugar público, los pierde de vista. "No hay nada comparable a la impotencia que se siente cuando no se puede proteger a los hijos", aseguró. También le gustó, añadió, la "rápida transformación" que experimenta esa mujer, en principio "lógica y reflexiva", a la que "la frustración y el miedo la llevan a la desintegración como ser humano hasta llegar a una cierta locura, en un primer momento, y a convertirse, al final, en una heroína".
La cinta refleja asimismo temores colectivos, al terrorismo islamista, por ejemplo, personificados en unos pasajeros árabes, primeros sospechosos de secuestrar a la niña. "Desde luego", comentó el joven director Robert Schwentke, al lado de la actriz en la rueda de prensa, "las películas de género retratan los miedos del momento. El 11-S está demasiado cercano para abordarlo directamente, pero en películas como ésta sí se puede hacer de manera tangencial".
En cuanto a su carrera, Foster reconoció que el haber obtenido dos oscars relativamente tempranos -por Acusados (1988) y El silencio de los corderos (1991)- le ha permitido tanto elegir papeles como tener la oportunidad de dirigir -El pequeño Tate (1991) y A casa por vacaciones (1995)-, una tarea para la que, afirmó, necesita prepararse a fondo pero que volverá a hacer muy pronto. Sugarland, que, según adelantó, "tendrá el estilo de Traffic", cruzará tres tramas: la historia de un rico terrateniente cubano inmigrante, Robert de Niro en la ficción; la de su propio personaje, el de una abogada especialista en derechos civiles, y la de unos jornaleros que pleitean contra el propietario de la plantación.
Respetada en Hollywood y alejada voluntariamente de las páginas de papel cuché, Foster reiteró que, para ella, su vida está antes que el cine, y precisamente por ello se prodiga poco, tanto en la pantalla como detrás de la cámara. De educación francesa y licenciada en Literatura por Yale, señaló que le encanta participar en filmes europeos -lo ha hecho ya en cintas francesas-, "pero jamás estaría en una película de Hollywood rodada en inglés en Europa".