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Reportaje:

La violencia nocturna de Bilbao

Vecinos, policías y partidos políticos coinciden en que la conflictividad ha aumentado desde hace cuatro años

La noche de Bilbao se ha tornado más violenta. En ello coinciden vecinos, policías y partidos políticos. Y hay consenso en las razones: la llegada de colectivos concretos de inmigrantes, que se resisten a cambiar su modelo de ocio nocturno.

Que algo ha cambiado en los últimos cuatros años parece evidente. La puesta en marcha de dispositivos policiales especiales en zonas concretas es la prueba más ilustrativa. Primero fue el fenómeno del botellón, que hace dos años llevó a establecer un operativo de agentes en la zona del Casco Viejo, donde ahora hay 24 policías municipales los fines de semana. Luego, fueron los problemas en varios locales y discotecas del barrio de Deusto, en los que se mantiene un despliegue de 14 agentes. El pasado fin de semana se inició otro operativo especial en San Ignacio, donde el fallecimiento de un joven ecuatoriano tras una pelea ha disparado todas las alarmas.

Los problemas se atribuyen a inmigrantes que no cambian su forma de ocio

"Es un problema localizado", sostiene Eduardo Maiz (PNV), concejal de Seguridad Ciudadana, quien realza la "complejidad" de este fenómeno al intervenir factores educacionales, culturales y de forma de disfrute del ocio. Txema Oleaga, portavoz del PSE en el consistorio bilbaíno, discrepa y habla de una "mancha que se extiende" por la ciudad.

Los problemas de la noche bilbaína van por barrios. En el Casco Viejo, el botellón provoca molestias a los vecinos por los ruidos, conductas antisociales y peleas más o menos frecuentes. En Bilbao La Vieja, se trata del consumo de drogas y hurtos en muchas ocasiones por gente marginada. Y en zonas como Deusto y San Ignacio, predomina el componente violento con "gente que va a emborracharse y busca la bronca", señala Oleaga.

Nekane vive cerca de la discoteca de San Ignacio, en cuyas inmediaciones murió el joven ecuatoriano el pasado 1 de octubre y que fue cerrada esta semana por el ayuntamiento. "Esto ha ido cambiando, porque hace cinco años era un local más discreto donde se trapicheaba con droga. Pero desde hace dos o tres años se había convertido en un gueto latino y viene gente muy joven que al salir del metro [la boca se encuentra a 200 metros del local] están muy cargados. He visto a varios caerse de la que llevaban encima".

Entre los diferentes cuerpos policiales, la percepción es que la conflictividad ha aumentado. El cambio se atribuye a la llegada de inmigrantes que forman sus grupos y chocan con un sistema de vida y de ocio diferente al que tenían. "Vienen de países donde hay mucha inseguridad y corrupción y algunos no se adaptan", afirman las fuentes consultadas.

Los dispositivos especiales de policías puestos en marcha no han terminado de atajar el problema. Primero porque hay otras cinco zonas nocturnas conflictivas en Bilbao donde no se ejerce la vigilancia y los medios no llegan a todo. Las noches de los fines de semana hay 35 patrullas de la Policía Municipal (70 agentes).

Las autoridades bilbaínas insisten en que existe coordinación de los diferentes cuerpos para actuar contra esta violencia. Pero casi todos discrepan. En los propios medios policiales se habla de que "cada cuerpo va a su aire y cada uno se guarda la información". Los vecinos comprueban que no hay comunicación cuando, por denuncias de escasa importancia, se presentan agentes diferentes porque han sido llamados a la vez.

La creciente violencia en la noche ha servido para agrupar a los afectados. En las comisarías bilbaínas las denuncias, que antaño eran individuales o anónimas, se tornan cada vez más colectivas, acompañadas de firmas, con el objetivo de ejercer más presión a las autoridades. "El Ayuntamiento reacciona sólo cuando el vecino se organiza", dice Txema Oleaga, quien enfatiza que las quejas de la discoteca de San Ignacio se remontan a dos años atrás.

El alcalde Iñaki Azkuna ha advertido que habrá más peleas y problemas en la noche bilbaína por la "diferencia de culturas". Nekane, la vecina de San Ignacio, cree que el cierre de la discoteca será temporal y "volverán a abrir cuando se olvide el tema" pero opina que ahora el problema se trasladará a otro lugar. Los hosteleros, que este jueves se reúnen con el Ayuntamiento bilbaíno, insisten en que son víctimas de un problema de incivismo en la calle. El tiempo dirá en qué queda todo.

Porteros condenados

Aunque Bilbao, por su número de habitantes y la capitalidad, tiene los mayores problemas por la noche, existen otras localidades vizcaínas donde las riñas y los episodios violentos son frecuentes. En Barakaldo, los altercados se localizan en la calle Juan de Garay y en Portugalete, en Santa María donde se agolpan una quincena de bares. En esta localidad, en los últimos años han proliferado las peleas entre cuadrillas, en las que en muchas ocasiones se han utilizado armas blancas. Durango, en su casco viejo, ha registrado episodios de apuñalamientos con heridos graves.

Las trifulcas tienen como protagonistas muchas veces, como ocurrió en el suceso mortal en la discoteca de San Ignacio, a los porteros de los locales y las peleas acaban al final en los tribunales. La Audiencia de Vizcaya condenó el pasado año a un portero de una discoteca bilbaína a dos años de cárcel por el homicidio imprudente de un joven en 2001 y al pago de una indemnización, a la madre de la víctima, de 100.000 euros. El fallo no supuso, sin embargo, su entrada en prisión.

Un juzgado de San Sebastián ha condenado recientemente a un portero de un pub de San Sebastián al pago de 963 euros por agredir a un cliente que tardó 14 días en recuperarse de las heridas. Los hechos ocurrieron en abril de 2004 y el falo considera que cometió una falta de maltrato.

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