Una visión de Israel y Palestina
He esperado la semana pasada con impaciencia salir del trabajo para poder leer detenidamente en las páginas del diario, el reportaje de Mario Vargas Llosa sobre Israel/Palestina. De su magistral escritura se puede sentir y comprender el sentimiento de humillación y resistencia que soporta el pueblo palestino.
En su cuarto relato del día 5 de octubre "El horror se llama Hebron" me ha llamado la atención sobremanera, por la relevancia que le confiere a los asentamientos de colonos como foco fundamental del conflicto. Coincide perfectamente con un reciente reportaje fotográfico que expusieron en Sevilla el colectivo de Mujeres de Negro, del testimonio recogido por un grupo de compañeras que asistieron a su congreso internacional celebrado en agosto, de este año, en Jerusalén y que aprovecharon para ser testigos de este mismo horror que describe tan cuidadosamente en su reportaje.
Ya me provocó esta misma sensación cuando leía su magnífica novela La fiesta del chivo, en la que fui descubriendo de su mano aquellos terribles testimonios de la dictadura de Trujillo que me habían contado mis amigos dominicanos. Te agradezco, amigo Mario, que me ayudes, una vez más, a tomar conciencia de este tremendo sufrimiento humano, que no lo justifica ni los excesos de los políticos, ni los atentados suicidas, ni el apoyo de grandes potencias, ni el lacónico desinterés de la Unión Europea. Testimonios así, que pudieran ser secundados por otros intelectuales y personalidades de prestigio, se necesitan para despertar las conciencias y hacer una denuncia de la ciudadanía que hagan cambiar el rumbo de este largo conflicto y todos nos contagiemos también del optimismo de Amira Hass y el tuyo y gritemos... sí, sí, hay esperanza.