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Crónica:ATLETISMO | Campeonatos del Mundo de Helsinki
Crónica
Texto informativo con interpretación

Victoria por KO

A sus 23 años, Gatlin (9,88s) demuestra que sabe dominar las grandes ocasiones

Santiago Segurola

Justin Gatlin propuso en Helsinki un ejercicio de imaginación. Su victoria en la final de los 100 metros dijo menos que todas las preguntas posteriores: ¿qué habría sucedido si Asafa Powell, el hombre del récord mundial, le hubiera disputado la corona?, ¿cuánto vale su magnífico registro (9,88 segundos) en unas condiciones más confortables que las de Helsinki, donde la temperatura apenas llegaba a los 17 grados a la hora de la final?, ¿qué tiene Gatlin que le permite atacar las grandes competiciones con una seguridad incomparable?, ¿dónde están sus límites, o sólo se reserva para los Campeonatos del Mundo y los Juegos Olímpicos? En cualquier caso, el atletismo está ante un velocista de época. Gatlin sólo tiene 23 años y ha ganado todo: Juegos, Mundiales, campeonatos universitarios... Nada se le ha resistido. Cuando llega el momento de desvelar al mejor sprinter del planeta, la respuesta es la misma desde hace dos años: Justin Gatlin.

En su estilo hay algo salvaje, una especie de estallido nuclear en cada zarpazo
Es el competidor perfecto. Ha llegado a un punto donde se impone psicológicamente
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Gatlin es el rey

La final dejó una sensación contradictoria. Por un lado, fue un monólogo de Gatlin. Un monólogo impresionante. Salió como una bala Leonard Scott, su antiguo compañero en la Universidad de Tennessee, y pareció que había carrera. No era verdad. Ni Scott ni nadie estaban en condiciones de apretar al campeón. Todos estaban un par de peldaños por debajo del atleta estadounidense. Obikwelu, que estuvo a punto de vencer a Gatlin en los Juegos de Atenas 2004, dio síntomas de debilidad en las semifinales. Crawford, el velocista más completo del pasado año, parecía una sombra del atleta que bajaba de los 10 segundos sin pestañear. Los demás han sido siempre actores bastante secundarios que tenían la oportunidad de pelear por eso mismo: por la segunda plaza. Entre ellos figuraba Kim Collins, el sorprendente campeón en los Mundiales de París 2003, una edición de transición entre la época de Maurice Greene y el reinado que ahora mismo se disputan Gatlin y Powell.

El resultado quedó claro desde el principio. Scott perdió el gas en los 50 metros, justo el instante del latigazo de Gatlin, que tiraba de los clavos como una pantera. A diferencia de Powell, cuyo contacto con la pista es eléctrico, en el estilo de Gatlin hay algo salvaje, una especie de estallido nuclear en cada zarpazo. En Powell todo resulta más etéreo a pesar de su corpachón y de su estatura (1,88 metros frente a los 1,85 que gasta Gatlin). El estadounidense corre como una fuerza de la naturaleza, pero siempre con un control impresionante en la carrera. Control físico y mental. Cuando se le observa en las finales, produce una cierta sorpresa. En las series, y también en sus carreras en el circuito veraniego de Europa, no da la misma sensación de fiereza. Parece un velocista tranquilo, relajado, sin la combustión de Maurice Greene, por ejemplo. Como tampoco es amigo de demostraciones fuera de la pista, Gatlin se siente cómodo en un perfil un poco bajo para lo gran campeón que es.

Su transformación se produce en las grandes finales. Siempre ha sido así. En su etapa universitaria no dejó carrera sin ganar. Desde los 18 años. Venía precedido de una buena fama de velocista en las competiciones juveniles en Florida y superó todas las expectativas desde su primer año en la Universidad de Tennessee. Con 20 años, el circuito universitario se le quedó corto. Sólo una suspensión por dopaje, luego revocada porque Gatlin tomaba desde niño un producto para controlar el denominado Desorden Deficitario de Atención, puso en peligro su fulgurante trayectoria. En los dos últimos años su rendimiento ha sido perfecto. Podía pasar inadvertido en algunas reuniones, en las que Powell obliga a pensar que no tiene rival, pero en los grandes momentos siempre ha surgido Gatlin para imponer su ley.

Es el competidor perfecto. Ha llegado a un punto donde comienza a imponerse psicológicamente a sus adversarios. Es cierto que Powell es el atleta más rápido del mundo, pero resulta dudoso que sea el mejor velocista del planeta. No lo demostró en los Juegos de Atenas, en los que el jamaicano no confirmó en la final sus demostraciones en las eliminatorias previas. En cambio, Gatlin pasó cada ronda sin hacer ruido, con el silencio que acostumbra, sin dejarse llevar por las emociones. No se desgasta nada. Ni en el plano físico ni en el mental. Los Mundiales y los Juegos ponen a prueba el mecanismo de resistencia de los atletas. La final no se gana en la última carrera. También se conquista en las tres rondas anteriores. Powell no logró superar la tensión en Atenas y fracasó donde triunfó Gatlin, que se reservó su mejor momento para la final. Es lo que diferencia a los grandes campeones. Gatlin lo es. Powell tiene que probarlo. Y deberá hacerlo algún día frente a un hombre que no le va a conceder ninguna ventaja.

Ésa es la consecuencia principal de la final de Helsinki, donde Gatlin envió una andanada de mensajes. Dio un curso magistral en unas condiciones que le garantizaban la victoria. No tenía rivales de peso. Así que ganó con casi dos metros de diferencia sobre el jamaicano Frater. Sin embargo, no fue una victoria estrictamente profesional, sin vuelo. Gatlin consiguió una marca de gran calibre: 9,88 segundos suena a tiempazo en medio del aire frío. Es una marca que invita a especular con lo que podría haber sido en un ambiente caluroso. O sea, las condiciones que habitualmente se dan en Atenas o en Roma. La especulación lleva a Gatlin a los límites que ha marcado Powell, el gran ausente de los Mundiales. El interrogante quedará sin respuesta. Nadie sabe lo que habría sucedido entre el campeón olímpico y el hombre más rápido de la historia. Pero cabe una sospecha: cuando llega la hora cumbre, siempre gana Justin Gatlin.

Justin Gatlin se impone  al jamaicano Michael Frater (a la derecha) y al resto de sus rivales.
Justin Gatlin se impone al jamaicano Michael Frater (a la derecha) y al resto de sus rivales.ASSOCIATED PRESS

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