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El falso quiosco bomba de Grand Central

El 'plan' de terroristas del 11-M para atacar la estación neoyorquina era en realidad el diseño de un 'stand' hecho por una estudiante española en Brooklyn y robado en Madrid

Jorge A. Rodríguez

Mónica S., una diseñadora española formada en Estados Unidos, estaba alucinada. Unos policías españoles querían hablar con ella sobre los supuestos planes de varios implicados en el 11-M para atentar contra Grand Central, la enorme estación ferroviaria de Nueva York. Le mostraron unos dibujos con unas arquerías que podían ser de pocos sitios que no fueran Grand Central. "Son dibujos míos", les contó a los agentes, que traían otros bocetos, también suyos, de otros espacios interiores. ¿Y cómo los tenían los supuestos terroristas que vivían en la calle de la Virgen del Coro? "Es que me robaron la maleta del coche, en Lavapiés, con varios disquetes de proyectos que había hecho en el Instituto Pratt, de Brooklyn".

Los investigadores enviaron en mayo de 2004 los planos a la CIA y al FBI
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UN PROYECTO ESTUDIANTIL

La policía le ha enviado al juez Juan del Olmo, instructor de los atentados del 11-M -en el que fallecieron 191 personas y 1.800 resultaron heridas- un informe propio y otro del FBI en los que se descarta que los dibujos localizados en Virgen del Coro fueran bocetos para cometer un atentado. Las autoridades norteamericanas siempre han considerado Grand Central un posible objetivo de un ataque terrorista.

Los bocetos fueron localizados en un disco de ordenador durante los registros que la policía efectuó el 24 y 25 de abril pasado en un local de la calle Virgen del Coro utilizado como vivienda por varios de los implicados en el 11-M. En esa casa residieron, entre otros, los hermanos Mouhannad y Moutaz Almallah, Basel Ghalyoun y Fouad El Morabit. En su interior se celebraron reuniones de exaltación de la yihad violenta.

Los agentes que analizaron los dibujos concluyeron que todos estaban hechos a mano alzada y que contenía datos de "gran complejidad técnica". Pero las proyecciones en 3D del vestíbulo central de la estación neoyorquina, que llevaban la inscripción "diseño final", no encajaban en esa descripción. Los investigadores sospecharon que podría tratarse de planos de Grand Central, por lo que, ya en mayo de 2004, pusieron los planos a disposición de sus colegas de la CIA y el FBI.

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Los investigadores norteamericanos pensaban que, efectivamente, se trataba de Grand Central -ya sometida a una intensa vigilancia desde los atentados del 11 de septiembre de 2001-, si bien hasta diciembre pasado no pudieron confirmar que era así. Pero había algo que no cuadraba. En el centro del vestíbulo de la estación de Manhattan había una especie de tenderete cuajado de monitores de ordenador, que ahora no existe.

Españoles y americanos se plantearon si no podría tratarse de un trabajo de diseño, del portafolios de un interiorista o algo así. Cuando estaban a punto de llegar a una posible solución, una persona vinculada a la arquitectura y familiar de la fiscal del caso, Olga Sánchez, tuvo la ocasión de ver los planos y le dijo que se trataba de Grand Central.

Sánchez puso el dato en conocimiento de su superior, el fiscal jefe de la Audiencia Nacional, Eduardo Fungairiño, en marzo de este mismo año. Éste elaboró un oficio y ordenó el traslado de los documentos a las autoridades de Estados Unidos. El asunto tuvo un amplio tratamiento informativos en algunos medios de comunicación españoles y norteamericanos y fue objeto de artículos de fondo incluso por parte del Grupo de Estudios Estratégicos (GEE). La conservadora cadena de televisión estadounidense Fox lo consideró une ejemplo de la nula colaboración del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero con la Administración de Estados Unidos en la lucha contra el terrorismo.

La polémica fue cortada en seco por Raymond Kelly, comisionado de la policía de Nueva York. "Se trata de unos dibujos básicos y no de planes operacionales. No es algo que pueda indicar que hay una amenaza inmediata y nada de lo que hemos visto en ese material ha provocado que hayamos cambiado nuestros planes y procedimientos de seguridad".

Kelly ya sabía entonces de qué se trataba. Según los informes policiales, se trata de los bocetos para la construcción de un quiosco interactivo en el vestíbulo de Grand Central.

"Este proyecto trata de devolver a Grand Central el poder y el dinamismo de la novedad que tuvo en el siglo XX, haciéndolo el cruce entre la tradición y la revolución en la que vivimos en nuestros días", explicaba Móni-ca S. en su proyecto.

La diseñadora hizo en 2000 este estudio, denominado Interactive Newstand, como proyecto de estudiante en el instituto Pratt. La joven, cuyo currículo señala que en la actualidad trabaja en una consultoría de arquitectura e interiorismo en Francfort, se había traído ese trabajo en un disco de ordenador en un viaje que realizó a España. Lo había metido en un maletín, junto a otros trabajos suyos, entre ellos uno para una tienda de Madrid, otro para un hotel alemán...

Los informes policiales indican que la diseñadora, que también ha estudiado en el Instituto Europeo de Diseño de Madrid, aseguró que, en 2003, unos desconocidos le abrieron el coche de unos familiares en las inmediaciones de Lavapiés y le robaron la maleta en la que llevaba varios proyectos. El robo fue corroborado por su hermana. Ésta dio una fecha estimada de la presentación de la denuncia de robo, pero, por el momento, ésta no ha sido encontrada.

La policía sostiene que el disco con el proyecto de Grand Central llegó hasta la casa de los terroristas de Virgen del Coro porque algunos de ellos eran receptores de objetos robados en coches aparcados en Lavapiés. Cuando se ha preguntado a los detenidos por esos papeles, dijeron no recordarlos.

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Sobre la firma

Jorge A. Rodríguez
Redactor jefe digital en España y profesor de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS. Debutó en el Diario Sur de Málaga, siguió en RNE, pasó a la agencia OTR Press (Grupo Z) y llegó a EL PAÍS. Ha cubierto íntegros casos como el 11-M, el final de ETA, Arny, el naufragio del 'Prestige', los disturbios del Ejido... y muchos crímenes (jorgear@elpais.es)

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