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Tribuna:LAS REFORMAS AGRÍCOLAS EN LA UE
Tribuna
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Cosecha amarga

La autora teme graves consecuencias para los países pobres si la UE se precipita en la reforma del mercado azucarero.

Las mujeres me reciben desde sus puestos de trabajo entonando canciones de bienvenida. Forman parte de una cooperativa que vende caña de azúcar a la fábrica extractora de Xinavane, en Mozambique. Tienen motivos para estar alegres. Por todas partes se aprecia el progreso que el cultivo está trayendo a sus vidas. Esta industria ha resucitado hospitales y escuelas, y sus trabajadoras tienen ahora casas y centros de salud.

Sin embargo, a pesar de su alegría, la realidad es que estas campesinas se enfrentan a la amenaza de una cosecha amarga.

Mozambique es un país extremadamente pobre. Tres de cada cuatro personas viven con menos de dos dólares al día. El sida afecta a un 15% de la población joven y la incidencia del paludismo, el cólera y la tuberculosis es muy alta. No hay apenas infraestructuras -tan sólo una carretera que bordea la costa de sur a norte-, pero el país es fértil y podría desarrollarse rápidamente si aumentaran la producción agrícola y el intercambio comercial.

El azúcar ofrece a Mozambique la posibilidad que necesita para salir de la pobreza. Cada año procesa cientos de miles de toneladas de caña, la industria da empleo a unas 22.000 personas y beneficia de forma indirecta a varios miles más. Bajo el auspicio de la iniciativa Todo Menos Armas de la Unión Europea, lanzada en 2001 para apoyar el desarrollo comercial de los países más pobres, Mozambique exporta cerca de 10 millones de toneladas anuales de azúcar a Europa. A cambio recibe un buen precio y no paga aranceles. Este comercio representa un 16% de las exportaciones del país y un 34% de los ingresos por exportaciones. Si pudiera aumentar el acceso al mercado europeo a los precios actuales, el país podría alcanzar en 2007 el doble de la producción actual. Entonces, el futuro sería muy dulce.

Pero el acceso del azúcar mozambiqueño al mercado internacional está amenazado. Un complicado sistema de apoyo a los precios, aranceles y cuotas tiene pendiente una reforma que acabe con los excedentes agrícolas y las subvenciones a la exportación. Si se diseñara bien, la reforma podría beneficiar a muchos países pobres. Si se diseña mal, este cambio puede consolidar la protección de los terratenientes y las grandes empresas agroindustriales europeas, perjudicando a los pequeños agricultores en Europa y en los países en desarrollo.

La propuesta que hay sobre la mesa en este momento incluye un recorte del 33% en el precio del azúcar para 2008. Este cambio rápido y drástico perjudicará tanto a las industrias de países como Mozambique, como a los pequeños productores europeos. Además, la propuesta actual ni siquiera acabará con los excedentes de producción, que están prohibidos por la Organización Mundial del Comercio (OMC). Los países menos avanzados adquirirán libre acceso al mercado europeo a partir del año 2009, pero el valor de este acceso estará mermado por el recorte de los precios.

Mozambique, junto a otros países como Malawi, Zambia y Etiopía, aboga por un recorte de precios más gradual y un mayor acceso a los mercados europeos, lo que estimularía la inversión en su industria. Después de ocho o diez años, estaría preparado para sobrevivir en un mercado menos protegido y enfrentarse a grandes productores como Brasil, Tailandia y Sudáfrica.

Al finalizar los cánticos de bienvenida, las mujeres me cuentan que necesitan un tractor y más dinero para replantar su caña. Me cuentan los planes de Xinavane de aumentar la producción y calculan cuántos empleos se crearán. Pero saben que la inversión en la procesadora depende del precio del azúcar en Europa.

Por eso me uno a ellos para llamar la atención de los políticos en Europa, para que tengan en cuenta el impacto de sus políticas comerciales en el mundo en desarrollo. No va a ser fácil elaborar un sistema que agrade a todos, pero esto no es excusa para no intentarlo. Este asunto va más allá de los tecnicismos de aranceles y subsidios, ya que afecta directamente al acceso de los más pobres a uno de los derechos humanos fundamentales: el derecho a una vida digna.

La cena está servida. La OMC publicó su resolución final sobre el caso presentado por Brasil en contra del régimen europeo del azúcar en el que repitió la resolución previa en contra de la Unión Europea. Tras esto, Bruselas hará pública su propuesta de reforma, que, tras ser aprobada, deberá entrar en vigor en julio de 2006.

Esta reforma se une en 2005 a otros tres acontecimientos que nos sitúan ante una oportunidad para hacer historia en la lucha contra la pobreza: el G8 se centrará en África, Naciones Unidas revisará los avances en la consecución de los Objetivos del Milenio y la OMC celebrará su conferencia interministerial en Hong Kong.

Ha llegado el momento de que los políticos se den cuenta de que los cambios para sacar a millones de personas de la pobreza no tienen nada que ver con una cuestión de caridad. Se trata de una cuestión de justicia, de garantizar a las personas el derecho a un medio de vida y a un futuro.

Mary Robinson es presidenta de honor de Oxfam Internacional.

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