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Crónica:FÚTBOL | Vuelta de las semifinales de la Liga de Campeones
Crónica
Texto informativo con interpretación

El PSV se queda a un paso de la hazaña

El cuadro de Hiddink le da una lección de fútbol al Milan, pero el equipo italiano aprovecha su renta y alcanza su 10ª final

El PSV se quedó a un milímetro de una gran hazaña. Lo mereció por fútbol, tanto en la ida como en la vuelta, pero chocó con la eficacia italiana, que aprovechó casi su única ocasión, un cabezazo cruzado de Ambrosini, y la impericia de un portero brasileño en el lado holandés, Gomes, que ya había dado muestras de su vulnerabilidad. El Milan perdió su identidad, jugó un partido horroroso, pero el resultado de la ida le alcanzó para disputar su décima final de la Copa de Europa, el día 25 en Estambul, ante el Liverpool. Precisamente Ambrosini, el símbolo ayer de la traición de Ancelotti a su estilo atrevido, acabó dándole el triunfo al técnico italiano, que dirigirá su segunda final en tres años.

PSV EINDHOVEN 3 - MILAN 1

PSV Eindhoven: Gomes; Lucius, Alex, Bouma (Robert, m. 69), Lee; Van Bommel, Vogel, Cocu; Farfán, Vennegoor y Park.

Milan: Dida; Cafú, Nesta, Stam, Maldini (Kaladze, m. 45); Gattuso, Pirlo, Seedorf (Tomasson, m. 68), Ambrosini; Kaká; y Shevchenko.

Goles: 1-0. M. 9. Park da un pase interior a Vennegoor, éste recorta a Stam dentro del área, el balón sale rechazado y Park, que seguía la jugada, bate a Dida por alto. 2-0. M. 63. Gran centro de Lee desde la banda izquierda al segundo palo que cabecea Cocu al fondo de las mallas. 2-1. M. 90. Ambrosini desvía de cabeza un centro de Kaká. 3-1. M. 91. Cocu remata de volea a la red tras cabecear Vennegoor.

Árbitro: Terje Hauge (Noruega).

35.100 espectadores en el Philips Stadion.

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Dida, sin récord, y Maldini, a un paso de Di Stéfano

Ancelotti, de 45 años, terminó el encuentro abrazado a su colega Hiddink, de 58, reconociéndole su mérito enorme. El técnico holandés había regresado 17 años después a Eindhoven para conquistar de nuevo la Copa de Europa. Aquel equipo tuvo a Koeman, Van Breukelen y Gerets. Ahora, ni eso. Se conformó con ese par de chicos que se trajo de su aventura coreana, Park y Lee, algunos suramericanos de escaso nombre (Gomes, Farfán y Alex) y un puñado de buenos profesionales holandeses: Van Bommel y Cocu.

Ancelotti se traicionó a sí mismo. El técnico que osó tomar una medida contracultural en el calcio -la apuesta de Pirlo como medio centro-; el entrenador que además de ganar proclamó sus ganas de hacerlo de la manera elegante, otra trasgresión en Italia; el responsable de urdir, junto al Barça de Rijkaard, el fútbol más alegre del continente, dio un paso atrás que le pudo costar muy caro: retiró de la alineación a un delantero -Crespo-en beneficio de un medio de contención -Ambrosini-. Y el Milan se descompuso. Incomunicó a Shevchenko. Por una simple ecuación: Ambrosini no contenía nada, pero tampoco creaba nada. De hecho, Dida, que sólo había recibido tres goles en 11 partidos, encajó ayer dos. Quizá a Ancelotti le pudo el síndrome de Riazor, aquella derrota en los cuartos de final de la pasada Champions (4-0 ante el Depor) que postró al Milan sobre el diván durante meses. O quizá fue permeable a algunos de los popes del periodismo italiano, guardianes del viejo orden, que reclamaron la presencia de Ambrosini.

Con tres ideas muy básicas, Hiddink puso al Milan contra las cuerdas. La primera fue abrir el campo de punta a punta con dos laterales rapidísimos (Lucius y Lee), según la tradición holandesa. La segunda, pedirle a Park, perfectamente escalonado con Van Bommel, Vogel y Cocu, que imprimiera un ritmo altísimo en el medio del campo. Y, por último, encargarle al corpulento Vennegoor que se plantara en el punto de penalti y abriera espacios. Claro que el target man del PSV se tomó las órdenes a la tremenda y no tardó ni un par de minutos en atizarle una patada escalofriante al pescuezo de Maldini. Involuntaria, pero salvaje, una imprudencia temeraria en su intento de una chilena sin mirar otra cosa que el vuelo del balón. Poco después, Maldini regresó groggy al campo y el PSV aprovechó el desconcierto para penetrar en el corazón milanista. Fue Park, que lanzó a Vennegoor, éste se deshizo de Stam con una media vuelta y Park, que acompañaba la accción, reventó con un zurdazo el récord de imbatibilidad que perseguía Dida. Park volvió a ser sorprendente. Ese mosquito que no atraparon los italianos en San Siro, volvió a darle la noche a Pirlo. Lo sometió al tercer grado, le quitó el balón y con él dejó sin luz a todo el Milan.

Maldini ya no salió tras el descanso y el Milan se sintió desvalido ante el abandono de su gran capitán. El PSV fue saboreando su superioridad con un juego trenzado y paciente, enseñoreado por la omnipresencia de Van Bommel. Así fue como le llegó el balón a Lee. Apareció por el extremo izquierdo, retó a Cafú, buscó el ángulo justo y sacó un centro maravilloso que Cocu, refrescando sus genes de llegador, cabeceó a gol. Las manos de Dida, temblorosas, reflejaron el aturdimiento y el miedo que se apoderó de toda la escuadra rossonera. Sin embargo, con la eliminatoria igualada, el PSV, extenuado, distendió los músculos y permitió que Ambrosini cabeceara flojo ante la respuesta titubeante del meta Gomes. Un presagio. Había entrado Tomasson y el Milan pisó el área holandesa. Lo haría una vez más para sentenciar. El centro de Kaká lo cabeceó de nuevo Ambrosini, esta vez cruzado, y de nuevo se encontró con las manos blandas de Gomes, que se tragó el gol, la eliminatoria y la final. Y arruinó un gran partido de su equipo.

Park remata para marcar el primer gol del PSV Eindhoven anoche.
Park remata para marcar el primer gol del PSV Eindhoven anoche.ASSOCIATED PRESS

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